noviembre de 2024 - VIII Año

‘Acceso a la vida’, de María José Pérez Grange

Acceso a la vida
María José Pérez Grange
Ediciones Vitruvio, 2024

El poemario Acceso a la vida es la última entrega de María José Pérez Grange, una poeta de dilatada y relevante trayectoria con doce libros de poesía publicados hasta la fecha (contabilizando el poemario objeto de esta recensión), un bagaje literario conformado por una excelente obra poética: Para empezar (2002), Silencio… se vive (2007), Palabra dormida (2009), Al aire (2013), Contándole al silencio (2014), Imagina (2016), Acaso primavera (2017), Sin tiempo de mañana (2019), La deriva de mis sueños (2021), Viaje de ida (2022) y Mientras respiro (2023).

Una obra poética que ocupa ya un lugar señalado en el panorama de nuestra poesía actual y no pasa desapercibida para el público lector que gusta de la poesía elaborada con esmero, capaz de emocionar y conmover a quien se sumerge en sus versos.

Vaya por delante la enhorabuena a María José Pérez Grange por la elaboración de este poemario al que dimos la bienvenida a la república de las letras el pasado mes de marzo. Un nuevo paso adelante y sin duda muy sólido en el citado itinerario poético de la autora. 

Acceso a la vida es un libro espléndido, resultado de una voz poética consolidada que en esta ocasión nos hace participes de un universo intrínseco, determinado por temas como la nostalgia, la ausencia, la pérdida o la añoranza de momentos pertenecientes a un entrañable tiempo pasado. Pero también definido por la trascendencia y el aliento renovador de la palabra poética.

Ya en los primeros poemas se anuncian las tonalidades que iremos hallando en el libro. Así, en el poema ‘Algún parque’ asevera la poeta: “He de volver y buscar ese banco mío / tan leal confidente, / ese pájaro huidizo que supo alargar mi pena / más allá del cielo.” Y unas páginas después, en el delicioso poema ‘Me faltas, amigo’ proclama: “Faltas hoy, cuando he levantado el misterio / ante la clara luz que todo lo disipa, / cuando te necesito vivo / para hacer de mi vida un voto nuevo, / voz que deja paso a la alegría / de haber vencido a pesar de todo.”

Por otro lado, en la poesía que Pérez Grange ha decantado en este libro no pasa inadvertido un más que notable empleo del lenguaje. Poesía construida con un léxico escogido, para expresar con acierto aquello que la autora desea trasmitir al lector o lectora. Una poesía ágil, de fácil lectura si se quiere, pero de muy hondo calado. Valgan de ejemplo estos versos del poema ‘Íntimo’: “Fuera ya la noche de mi morada, / lleva prendidas las negras alas de la pena. / Se ha poblado mi universo de fuerza mía / de voluntad acerada en el esfuerzo”.

Estamos, pues, ante una poesía confeccionada con un estilo personalísimo, fruto de su constante entrega al oficio de poeta, que le permite componer un discurso poético nítido, sin ambages ni artificios innecesarios. Versos trasparentes que fluyen con ímpetu, para dar paso, entrada, a ese Acceso a la vida del que nos habla la poeta en estas páginas, donde tropezamos con versos vibrantes como los que leemos en el poema ‘Banco solitario’: “Soy un corazón latiente frente al cosmos, / una gota en el mar infinito / que sueña con brillar en otros mundos, / mundos que acaso sean sólo sueños”. 

La imagen del banco que, por cierto, aparece varias veces en el poemario, como un lugar de sosiego y reflexión, posiblemente propicio para idear versos que más tarde se plasmarán sobre el papel en blanco. El banco de un parque, donde la poeta encuentra reposo momentáneo; ese “banco mío” al que ha de volver, dice; ese banco en el que quizás “haya caído un poco de rocío / y pueda mi lamento cobijarse en él”, apunta; o el banco solitario tras la lluvia que atrae la atención de la poeta.

En Acceso a la vida emergen con intensidad los recuerdos. Instantes que, como en el poema ‘Momentos pasados’, “…son un recuerdo / que en el perfil del camino / se vuelven niebla / y en el sol se derriten como escarcha.” O, por el contrario, como sucede en el poema ‘Eco de una ternura’, estamos ante la evocación de ciertos afectos sin fecha de caducidad mientras sean posible en el sentir mismo de la poeta: “Esa ternura tuya aún existe, / no morirá mientras puedan mis ojos saberla encontrar.”  

Acceso a la vida es, a mi juicio, un poemario que oscila entre una mirada privativa e íntima que revisita un tiempo pretérito —que como todo pasado tuvo sus luces y sus sombras— y una reafirmación de la poeta en el presente, para continuar camino y afrontar los desafíos que pueda traer el mañana.

En relación con esa mirada al pasado que acabo de mencionar podemos atender a poemas que traen a colación, por ejemplo, la ingenuidad de quien no sabe que es utilizado. Así en el poema ‘Aquella inocencia’ escribe: “Creyó en su libertad / y era una mano ajena / quien con él jugaba.”.

Igualmente, trata el tema del desamor en el poema ‘Arrancar un amor’ en el que podemos leer versos de gran dureza: “Seguir impasible es difícil, / merman las ansias de estar anclado a la vida”. En otro poema, ‘Cobardía’, la poeta hace autocrítica para desvelar sus debilidades: “Siempre pierdo el curso de las horas / cuando me sumerjo en ti. / Absorbes mi ser…,”.

Asimismo, en ocasiones la autora busca respuestas en la contemplación de la naturaleza: los pájaros en la primera hora, un sauce antiguo, el campo solitario, mariposas “cerniendo” tanta paz, el ocaso, la montaña, las rosas…, como sucede en los poemas ‘Bruma en la ventana’ o ‘Cercana la sombra’.

En este sentido, antes de proseguir creo indicado comentar dos cuestiones. En la poesía que nos ofrece en este poemario María José Pérez Grange, la poeta expone a la intemperie todo su ser, como quizá en ningún otro poemario anterior que quien suscribe estas líneas haya tenido la oportunidad de leer.

En consecuencia, algunos aspectos de sus poemas dejan una sugestiva puerta abierta a la intuición del lector o lectora que se adentre en la obra. No debemos olvidar qué una vez publicado un libro, este pertenece a todo aquel o aquella que quiera hacerlo suyo. 

Esto último es relevante, debido a la utilización de ciertos recursos literarios entre los que destaca uno que llama la atención por su originalidad. Me refiero al empleo alternativo del género femenino o masculino en primera persona, siendo siempre la autora quien habla según la intencionalidad que desee imprimir en sus versos. Es el caso del poema ‘Entre otros’, donde la poeta anota: “Me contemplo vivo entre la gente, / esa ignorante nebulosa que mira sin ver” o del poema ‘Mil flores en tus manos’, donde leemos: “Me siento vivo aun cuando me escuchas sin hablar / y no te extraña el dolor de mi paso…,”. Un singular juego literario, colmado de contenido y trasfondo, que parece requerir adrede la interpretación del lector.

Por otro lado, si ahondamos en el sustrato de muchos de los temas que están presentes en el libro, se atisba, no sé si de forma intencionada o sobrevenida por el carácter de los temas, un intento de explorar el sentido de nuestro devenir existencial y la propia condición humana. Sirvan de muestra estos versos del poema ‘Días grises’: “Es una huida a través del miedo, / la soledad y la rutina. / Soñando una aurora permanente, / una vida en toda su dimensión. / ¿Quién no ha sentido su propia humanidad a la deriva, / la inseguridad de los párpados abiertos a la nada?”

Como se ha mencionado, otros poemas nos hablan de un presente que mira con entereza hacia el futuro. Así en el poema ‘Huye la alegría’ se pregunta la poeta cómo retener esa alegría siempre huidiza, y en el poema ‘Íntimo’ ya citado manifiesta: “¿Por qué no respirar a fondo de una vez por todas, / en la misma soledad de siempre, / ahora con un solo dueño, yo?”. Del mismo modo, en el poema ‘Nuevo horizonte’ sostiene: “No importan ya las respuestas / sobre el páramo marchito y solitario / que fue mi casa tanto tiempo / y aún no ha llegado a conocerme”.

La poeta es ahora fortaleza, resistencia, empuje…, y se reafirma. En este sentido, el poema ‘Sin fecha’ resulta revelador cuando la poeta señala: “Porque el ansia de vivir / al límite de la lógica me lleva / aunque se quemen las alas bajo el sol”. Y por supuesto el poema final del libro, ‘Todo nuevo’, toda una declaración de intenciones: “Libre ya de mí / …/ Vuelvo la espalda al abismo donde anduve. / Hoy comienzo mi propia andadura, / lo demás no importa”.

Antes de finalizar no quiero dejar en el tintero un elemento presente en la poesía de Pérez Grange que otros autores han advertido en obras anteriores de la autora y una vez más emerge en este libro, aunque se perciba en sucintas pinceladas. Me refiero a la dimensión o preocupación ética que se observa en su poesía y a un esfuerzo por no perder de vista el mundo que la rodea. El poema ‘Desheredados’ es un excelente ejemplo de lo subrayado.

En definitiva, Acceso a la vida, es un poemario con mayúsculas que merece ser leído con atención, como requiere y reclama la poesía de María José Pérez Grange. Una autora imprescindible de nuestras letras contemporáneas.

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