noviembre de 2024 - VIII Año

‘Señora de rojo sobre fondo gris’, de Miguel Delibes

Señora de rojo sobre fondo gris, de Miguel Delibes
Editorial Austral/Destino, 2003

Miguel Delibes fue un periodista y escritor nacido en Valladolid en 1920 y muerto en la misma ciudad en el año 2010. Su formación fue polifacética. Artes y oficios, estudios de comercio, e incluso su actividad docente estuvo ligada a esa ciudad, y en concreto a la Escuela de Comercio, donde ejerció su padre. Todo ello antes de dedicarse al mundo periodístico, oficio que cultivo durante muchos años en el diario “El Norte de Castilla”, del cual llegó a ser su director.

En sus numerosas novelas escritas en un castellano limpio y hermoso, discurre la vida y el curso de la vieja Castilla, de la que al autor se siente enamorado. Embelesado en sus paisajes y enamorado de sus gentes, a ella dedica historia, novelas y reflexiones. Es posible que sus relatos sobre la vida del campo y el discurso sobre la caza y del cultivo literario de sus rincones constituyen referencias insustituibles para descubrir su mirada crítica, aguda y versátil del entorno castellano y de las gentes que lo habitan. Todas ellas son un patrimonio muy significativo en su obra, a cuyo legado, luego, seguirán sus pasos, algunos de sus hijos, no tanto en el campo literario, como en el conocimiento de la biología y el cuidado de los ecosistemas.

Algunas de sus obras como “El disputado voto del señor Cayo”, o “Las guerras de nuestros antepasados” constituyen ventanas a las que asomarnos para comprender muchas de sus reflexiones y donde nos indica a través de ellas, cómo mirar las cosas. Sus miradas agudas y reflexivas son muy importantes.

En el caso de “Los santos inocentes” la estampa es descarnada y desoladora. Supo como pocos representar en el mundo rural el franquismo, la miseria, la explotación y el hambre. En este caso a través de un fotograma de la Extremadura rural. Fue un periodo histórico que nos invadió y nos inundó por todos los poros y del que tanto ha costado y cuesta salir aún, a pesar del paso del tiempo. Para los mayores que lo vivieron sigue siendo en muchas mentes una sombra o una pesadilla.

No es preciso extenderse a otras narraciones admirables para contemplar la inmensa obra literaria con la que nos ha obsequiado este autor. Será de lo poco que haya que agradecer a Fraga Iribarne, tras someterle al autor a las constantes embestidas contra su periódico. Las habilidades emprendidas por el ministro y por Robles Piquer, su pariente, responsable de la censura su permanente labor alcanzando en ese tiempo todos los rincones de España. Esta fue una lacra que le costó asumir al periodista, razón por la cual Delibes pasó a cultivar, casi en exclusiva, la literatura.

En el caso de “Señora de rojo con fondo gris” Sus páginas están teñidas de ternura. La enfermedad y muerte prematura de su mujer, Ángeles de Castro fue un aldabonazo en su vida de cuyo golpe jamás pudo reponerse del todo.

El relato del narrador conduce a dilucidar los momentos emocionales de ese instante vital. Siempre en sus obras la trama discurre con un telón de fondo donde desfilan momentos significativos de los españoles como en una coreografía. Un fondo gris que todo lo inundaba y que el autor supo situar en sus descripciones de manera elegante y discreta.

Las primeras votaciones democráticas en la visita al pueblo del sr Cayo, el inmisericorde momento de las penurias en un cortijo extremeño, los rescoldos de la guerra que perduraron como brasas encendidas en el tiempo. Son los silencios, las miradas. Obsérvese en sus obras. En el “Hereje” también y en tantas otras como las citadas. Pocos autores se deleitan tanto para expresar cada uno de esos instantes vividos por muchos, ignorados o silenciados por unos pocos, y siempre presentes.

En “Señora de rojo sobre fondo gris” corre el otoño de 1975 y su hija y su yerno estan en la cárcel al ser detenidos por la policía franquista. La mujer del vestido rojo, su pareja en la realidad, con la que ha convivido y compartido todo se convierte en su guía en ese instante. La conoce desde la adolescencia. Sus años en común, sus recuerdos y vivencias, todo pasa en un instante a través de poco más de 150 páginas y se superpone entre el relato y la realidad.

La madre desesperada por los jóvenes detenidos fruto de sus actividades políticas, emprende las pesquisas para sacarlos de la prisión. Mientras su marido, pintor, en medio de una crisis creativa, se encuentra en shock, obsesionado porque los carceleros les puedan torturar en medio de una España pendiente de un dictador agonizante.

La escena se complica con el descubrimiento de la enfermedad de la protagonista. Nuestra señora de rojo, hermosa y deseada por el autor, enferma y lo hace mientras la hija y su marido se encuentran en prisión, los cuales seguirán desde allí el desenlace. A medida que avanza la escena descubre el narrador la complejidad de la enfermedad y el avance del triste final que les espera, mientras el marido, nuestro autor, y el narrador, se baten en la desesperación.

En medio, como en un tobogán, el autor evoca su propio momento vital, cuándo conoció la enfermedad de su propia mujer, los años vividos juntos y la angustia de su pérdida. Ángeles de Castro acabó muriendo con poco más de 50 años dejando al autor desolado.

Su reconocimiento y la entrada en la Real Academia de la Lengua se produjo al filo de esto, un tanto después de quedarse viudo.

El relato es una historia de amor, una desiderata de una vida en un instante, en medio de un camino desenfrenado hacia la muerte. Mientras tanto una España espera que la historia se abra hacia otros horizontes. Unos horizontes esperados, en ese caso, durante toda una vida. Un camino de esperanzas que muchos anhelan para sacudirse la larga noche de piedra bajo la que se ha vivido y de la que todos intentan escapar.

No es un relato triste, sino luminoso, constituye una evocación de una historia de amor, de convivencia y de cariño que deja como un legado a sus hijos y los lectores. La representación de las obras de Delibes en el cine y en el teatro no son menos interesantes y acertadas.

La última conocida, la puesta en escena de “Señora de rojo con fondo gris” a cargo de José Sacristán constituye un homenaje virtuoso y sincero a la memoria de Miguel Delibes y de Ángeles de Castro y constituye un monólogo impresionante por el magnífico papel que asume el actor de la mano del director, José Sámano. Es muy meritorio el esfuerzo en exclusiva por dar vida a la obra a través del talento de un actor tan veterano.

Parece incluso que, desde su casa de veraneo en Sedano, un pueblo de Burgos donde tenía la casa él y su familia aún espera al visitante. Es el lugar donde escribía buena parte de sus obras en vacaciones. Seguro si nos fijamos bien, aun nos contempla desde su jardín a través de la verja, mientras despliega por la comisura de sus labios, una sonrisa irónica. Es una mirada de curiosidad al forastero, mientras ojea el periódico que tiene en las manos. Fíjense en su mirada, es la misma mirada que hemos visto en sus obras, y que brilla por detrás de sus gafas de carey observando el paisaje.

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