ES BIEN cierto que, por mucho que nos empeñemos, cualquier tiempo pasado fue anterior. Otro asunto es la insistencia de regresar a él, ¿cómo asidero? A veces, incluso para rescatar del pasado, asuntos de la Historia. También se insiste en llamar pasado a poco más de medio siglo. Curiosamente, lo más reciente, lo inmediato lo obviamos: por ignorancia, unas; las más veces, por asuntos espurios, que vienen a dar, en intereses de clase, pese a disfrazarse bajo legitimidades patrióticas infranqueables, irrompibles, legítimas, insalvables.
EN LAS guerras, a través de los tiempos, la legitimidad la posee el bando vencedor. De ahí que, a los vencidos, por serlo, habrían perdido eso que llaman en Galicia, de una manera irrefutable: “La conducta”. Porque, el problema no es haberla perdido, sino cómo recuperarla.
ALGUNO de nuestros ilustres y clarividentes intelectuales e historiadores contemporáneos, ya se han preguntado: ¿Por qué se tiene tanto pánico a afrontar los problemas presentes? La solución la saben, y conocen que el pasado retroalimenta el presente: SE NECESITA DEL CONFLICTO. No hay otra manera de justificarse. Tenemos una revolución pendiente para dar el salto definitivo: LA REVOLUCIÓN DEL RESPETO. Esto es muy peliagudo. Conlleva cierta sumisión en el trato a la persona, y lo insalvable: acatarlo sin causar ofensa o perjuicio.
NO tenemos que olvidarnos, por justicia y reconocimiento que esta expresión de Fernando de los Ríos, expresa su profunda convicción democrática: “El derecho de libertad política y con él, la necesidad del respeto a la libertad del otro”. José Luis Bouza Álvarez, hijo del etnógrafo de Ponteareas (Pontevedra) Fermín Bouza-Brey, en la introducción a las obras de su padre, prologadas por Julio Caro Baroja (Edición Xerais de Galicia, Vigo 1982), nos dice esto que sigue: “Lenin, el pensador y revolucionario ruso, escribió en una ocasión muy acertadamente: “sin emociones humanas nunca ha habido, ni habrá jamás búsqueda humana de la verdad. Estas emociones humanas son lo que la jerga al uso llama “motivaciones”.
OIGAMOS a nuestro convecino Ortega y Gasset, en su archiconocida obra, “La rebelión de las masas: “La auténtica plenitud vital no consiste en la satisfacción, en el logro, en la arribada. Ya decía Cervantes que “el camino es siempre mejor que la posada”. Un tiempo que ha satisfecho su deseo, su ideal, es que ya no desea nada más, que se le ha secado la fontana del desear. Es decir, que la famosa plenitud es en realidad una conclusión. Hay siglos que por no saber renovar sus deseos mueren de satisfacción, como muere el zángano afortunado después del vuelo nupcial.
MOTIVACIONES, emociones, satisfacciones, conclusiones en el logro de la arribada. ¿Será todo ello la busca humana de la revolución del respeto que tenemos pendiente?