noviembre de 2024 - VIII Año

‘Homo Deus. Breve historia del mañana’ de Yuval Noah Harari

Homo Deus
 
Homo Deus. Breve historia del mañana
Yuval Noah Harari
Debate,Barcelona,2016.

 

 

 

Por Francisco Martínez

¿Qué ha de debatirse como tema central de todo comportamiento, de toda posición moral, de todo planteamiento humano sino la propia figura del hombre? ¿Cuál ha de ser el interés principal en toda discusión donde realidad real y realidad virtual se disputan -de una manera abierta, cruenta, despiadada- sino la significación y la decisión de aquél sobre quien recae la elección de una y otra realidad, esto es, el propio hombre?

Pero he aquí que, a solas, el hombre no es sino una anécdota sin un valor intrínseco determinado, pues éste lo obtiene, digamos, de ese vínculo al que nace uncido, el símbolo espiritual al que asocia –de una manera más o menos consciente- desde un principio todo su ser y su pensamiento. Aquél que, etimológicamente, se establece o define como re-ligare (relación con, queriendo establecer en ello el connatural vínculo espiritual) y que los intereses humanos han querido domeñar históricamente a través de la invención de las religiones.

Qué curioso: nunca el hombre sólo, siempre bajo esa ascendencia indefinida que se llama ligazón a través del espíritu, o bien bajo la pretensión de dominio de las religiones, sea ésta la que fuere. Con razón Harari hace hincapié, creo, en este texto tan polémico como interesante en su función de propuesta dialéctica, en el peso de la Historia y de la participación del hombre en los actos que la definen, en la simbología derivada del espíritu del hombre, y que conforma su voluntad junto con los objetivos contenidos de la biología que le dan ser.

Leamos, como un ejercicio de entendimiento: «La institución religiosa proclama que el libro sagrado contiene las respuestas a todas nuestras preguntas. Simultáneamente, presiona a tribunales, gobiernos y empresas para que se comporten de acuerdo con lo que dice el libro sagrado» Y continúa, un poco más adelante (p.195) «Aunque las escrituras engañen a la gente acerca de la verdadera naturaleza de la realidad, puede no obstante conservar su autoridad durante miles de años. Por ejemplo, la percepción bíblica de la historia es fundamentalmente defectuosa, pero consiguió extenderse por el mundo, y todavía hay muchos millones de personas que se la creen» Y concluye: La Biblia -‘consideremos el texto como un referente de la cultura occidental, digo’- diseminó una teoría monoteísta de la historia, que afirma que el mundo está gobernado por una única deidad todopoderosa que se preocupa, por encima de todo, de mí y de mis actividades. Si ocurre algo bueno, tiene que ser un premio por mis buenos actos. Cualquier catástrofe será con seguridad un castigo por mis pecados».

El caso es que el hombre, a la vez, reclamará siempre la idea de libertad, su propia libertad. Y no se trata de una dialéctica ciencia contra espíritu, que ha de ser planteada en otros términos, sino asunción del gran argumento del hombre sólo: la duda, la sorpresa de vivir hacia la Nada. Desde su curiosidad platónica hacia un destino que, en principio, no le es favorable. Y entretanto, hipotecada su vida real por el yugo de la necesidad.

 

 

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