Hay dos frases atribuidas (presuntamente) a Wiston Churchill que dicen así:
“Si pones comunistas a cargo del desierto del Sahara, en cinco años habrá escasez de arena.”.
“El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria.”.
Parece mentira, pero han pasado decenios desde que Churchill expresó cosas como estas. Hace ya mucho que se descubrió que el “paraíso comunista” estaba cimentado en la represión, la injusticia y la miseria. Hace ya treinta y un años que cayó el imperio soviético y, aún hoy hay quién quiere seguir el mismo camino de pobreza y calamidad. Todo esto podría ser por ignorancia o, también, por mala fe…cualquiera de las dos opciones nos lleva al mismo camino: miseria.
Imagino que, a la vicepresidenta segunda del gobierno, Yolanda Díaz, le harían falta las dos tardes con el Sr. Sevilla para saber algo de economía. Aunque es extraño que el método de esta izquierda desnortada e identitaria sea, como siempre, recurrir a las recetas con las que hundir aún más a una economía muy tocada. Quizás ese manual sea el manual del buen populista. Aquél que trata de medrar en los malos momentos de la población ofreciendo soluciones mágicas que no reparan en gastos, gastos que pagarán muy caros todos los ciudadanos.
Pero, para evitar a la vicepresidenta el trauma de tener que aprender algo de economía, le sugeriría que se pasease por las tiendas públicas de Venezuela o Cuba para visualizar qué pasa cuando propones medidas económicas sin tener ni idea de economía. Topar precios equivale a estantes vacíos, a mercado negro, a cartillas de racionamiento, es igual a pobreza y miseria.
Algo básico que hasta la Sra. Díaz entenderá: topar precios solo quiere decir que hay alguien que paga su medida y que, probablemente, será un pequeño empresario o productor que tendrá pocas opciones ante la intromisión del gobierno en su negocio: vender a pérdida hasta cerrar, cerrar antes de entrar en pérdida, vender fuera de nuestro país o buscar una red de distribución paralela que no le lleve a la pobreza.
Pero ¿por qué esto es así? Imagínense un producto como la leche, el productor de la leche, con unos costes azotados por el aumento de precios (electricidad, pienso, mano de obra…), ¿podrá vender a su distribuidor por debajo de lo que le cuesta el producto?; ¿y el envasador? Con los mismos problemas de costos; ¿y el transportista?; ¿y el supermercado o la tienda? Esta cadena de distribución es la realidad que el Gobierno no entiende o no quiere entender.
El populismo económico podría responder a otra premisa, que sea el papá-estado el que nutra a una población castigada por momentos económicos complicados, es un buen método para lograr un segmento de población cautivo (políticamente hablando). Repartir miseria es lo que sabe hacer el socialismo, y la miseria es el caldo de cultivo para lograr una sociedad sumisa. Lo dicho, si dejamos a un socialista a cargo de la producción de leche, en pocos meses, se convertirá en un producto fantasma o uno de lujo solo al alcance de unos pocos.