noviembre de 2024 - VIII Año

‘La ética en cien preguntas’ de Luis María Cifuentes

eticaLa ética en cien preguntas
Luis María Cifuentes
Ediciones Nowtilus, 2018

Hay libros que exploran con rigor la realidad, examinan con amenidad ‘el estado de la cuestión’ y se convierten en un instrumento de gran utilidad, para formarse una idea cabal de qué itinerarios hay que seguir para orientarse en medio de tanta confusión.

Repárese en que de un tiempo a esta parte se habla poco de Ética y, en no pocas ocasiones, se utilizan lugares comunes y en nombre de la ética, se llevan a cabo descalificaciones que, en muy poco o nada, favorecen un examen crítico. Por eso es de agradecer encontrarse con un texto que une la amenidad al rigor, que tiene diversos niveles de lectura y que maneja con soltura los problemas de presente y de futuro de la filosofía moral.

El libro La ética en 100 preguntas de Luis María Cifuentes es útil, práctico y mucho más que divulgativo. Es sabido que no hay que confundir mapa con territorio pero hay que contar con una buena hoja de ruta para explorar concienzudamente los ámbitos morales del mundo complejo en el que vivimos y, también, hacia un universo lleno de incertidumbres al que nos dirigimos aceleradamente.

Las cien preguntas que contiene el libro y, sobre todo, sus respuestas son esclarecedoras, no poco provocadoras y tienen la virtud de interesar al lector de buen paladar desde el principio.

Desde luego, la exigencia ética es siempre un alegato a favor de la dignidad humana y, también, una herramienta para situarse e incluso posicionarse ante realidades emergentes, cada día más complejas, como pueden ser el trans-humanismo, el pos-humanismo y cuestiones conexas, la importancia de la bioética para nuestro futuro o la necesidad acuciante de una ética que tenga en cuenta las nuevas demandas del ecologismo.

Hace tiempo que vengo sosteniendo que la afirmación de que en Filosofía son más importantes las preguntas que las respuestas hay que repensarla, meditarla con detenimiento… y hasta cuestionarla. Naturalmente, las preguntas son esenciales pero insuficientes. Hay que ensayar respuestas, todo lo provisionales que se quiera, todo lo insuficientes y precarias, pero que signifiquen una toma de posición y que nos acerquen a actitudes comprometidas.

El libro La ética en 100 preguntas, orienta e indica posibles itinerarios para que el lector pueda seguir profundizando en aquello que más despierte su interés o que más le preocupe. Es una meritoria introducción propedéutica a los problemas palpitantes que viene planteando la ética al ser humano y también a los nuevos interrogantes morales que se dibujan en el horizonte.

Pocas personas dudan de que en esta sociedad frívola, desinformada y poco exigente cuando se habla de ética, se suele hacer a la ligera. Es, por tanto, necesario utilizar los conceptos, con precisión, aproximarse a los diversos campos limítrofes con la moralidad y distinguir, por ejemplo, ética de moral lo que difícilmente se realiza. En un mundo tan individualista y poco solidario como el que nos ha tocado vivir sigue teniendo pleno sentido preguntarse por qué los valores morales siguen siendo no sólo necesarios sino imprescindible e incluso utilizando la terminología sartriana, actuar para hacer de la existencia humana un compromiso moral.

Desde que los pensadores de la Escuela de Frankfurt llevaron a cabo una reflexión crítica sobre la tecnología y su vinculación con nuevas formas de dominio y de alienación, hemos de contemplar el carácter bifronte de la tecnología, sus posibilidades para la realización del ser humano pero, también, los peligros de su utilización como instrumento de dominio.

Hoy una reflexión moral, serena y actualizada ha de incluir orientaciones sobre el trans humanismo y el post humanismo que cada día interesan más. No me resisto a mencionar dos libros que permiten aventurarse con un mínimo de garantías en este terreno resbaladizo. El primero y, en cierto modo pionero, fue el de Javier Echeverría Los señores del aire, Telépolis y el Tercer Entorno. Esta obra causó un impacto en muchos lectores porque mostraba con argumentos sólidos la influencia cada vez mayor de las tecnologías en nuestra vida cotidiana. Es asimismo lúcido cuando pone de relieve las amenazas que se ciernen para la democracia en medio de las características del Tercer Entorno y como cada vez se acumula mayor poder en manos de unos pocos.

El segundo es Trans humanismo de Antonio Diéguez que sopesa los argumentos en pro y en contra de la tesis post humanista, señalando que puede proporcionar al hombre una mayor longevidad y calidad de vida e importantes avances biotecnológicos, pero también pone el acento en los límites exponiendo los problemas que comporta, en el ámbito de la libertad y en el de la responsabilidad.

Considero muy pertinente, incorporar una perspectiva de género al ámbito de la reflexión moral. Es esta una tarea urgente, necesaria, e imprescindible para no seguir excluyendo, como con frecuencia se hace, a la mitad de la humanidad.

Uno de los aspectos que está tratado con mayor acierto es el que concierne a nuestras obligaciones con las generaciones futuras, es decir, con las que todavía no han nacido. No podemos permitir, como seres racionales, sin hacer grave dejación de nuestras obligaciones, que el planeta se siga degradando, poniendo en grave riesgo nuestra propia supervivencia como especie. De ahí, que el ser humano como sujeto moral, deba preocuparse por lo que Karl Marx definió como cuerpo inorgánico del hombre. Podrían destacarse, en esta breve reseña, la mayor parte de las preguntas y respuestas que contiene el libro del profesor Luis Cifuentes, tal es su interés, pero hemos de limitarnos a mencionar solo algunas. No me resisto, sin embargo, a citar la última y, desde luego, una de las de mayor alcance: ¿Para qué sirve la ética en tiempos de crisis global? Mucho y de gran transcendencia se desprende de la respuesta que seamos capaces de dar a este interrogante.

Antes de concluir esta reseña es de justicia destacar el prólogo de Federico Mayor Zaragoza, ex Director General de la UNESCO, un científico y un pensador humanista preocupado por lo que nos concierne y por las sombras que nos acechan en caso de que no seamos capaces de embridar y reconducir la irresponsable labor destructiva que estamos llevando a cabo. El prólogo es breve pero magnífico. Orienta, ayuda a despertar el interés y ofrece unas indicaciones claves para que seamos capaces de elaborar nuestra hoja de ruta sobre los retos que se avecinan, algunos de los cuales hace rato que ya están llamando a la puerta.

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