Editorial Alfaguara, 2004
Olga Merino es una periodista y escritora española, nacida en Barcelona. Como corresponsal ha compartido la labor de periodista en Londres y Moscú En éste último destino contempló los momentos críticos de la caída del Muro de Berlín y su repercusión en la URSS, de la que ha atesorado innumerables experiencias.
Como novelista se asoma a la realidad literaria con obras convincentes plenas de valentía.
Dice el escritor Ignacio Martínez de Pisón que sobre la postguerra española no está todo escrito. Esta novela es un aporte para desentrañar la historia social de los ciudadanos de éste país. Es esa época la que se atesora en la narración. Lo consigue apoyándose en la imagen de una mujer que desde su Andalucía natal se dirige a Cataluña a ganarse el sustento en medio de una sociedad en blanco y negro. Es la que quedó recogida en la retina de muchas gentes y la que tuvimos que vivir en los años posteriores a 1939.
La recientemente fallecida Ouka Leele, construyó toda su obra partiendo de fotogramas en blanco y negro sobre los que dotándose de ingenio, construyó en colores una nueva realidad artística.
Olga Merino dedica esta narración a los que tuvieron que abandonar el sol de su tierra de origen para adentrarse en lo desconocido, en medio de un temporal en blanco y negro de represión y de miseria. El mensaje no puede ser más desolador en el caso del papel de la protagonista, una mujer ante el destino, en unos tiempos en que éstas estaban relegadas al hogar, el analfabetismo y a convivir con las penurias propias y ajenas. Sin proyecto de vida, nada más que criar hijos y arrugas.
La Barcelona de la época era un territorio aplanado por la guerra civil, plagado de negocios oscuros, en los que reinaban el estraperlo, la economía sumergida. El régimen político derivado y construido por el ejercicio de las armas marcaba las pautas.
Tardará años Barcelona en recuperar su antiguo esplendor. Entre tanto, en las barriadas de la periferia, como en el Poblado de la Bota, el régimen dirimía los últimos vestigios de represión con fusilamientos ocasionales, y donde en otros espacios del extrarradio como el Poble Sec y S. Andreu, se hacinaban los inmigrantes procedentes de toda España conviviendo entre sí en medio de condiciones miserables.
Juana Merchán, la protagonista de “Espuelas de Papel” representa ese personaje que aterriza en medio de la nada, en blanco y negro, que es el espacio que les queda a los necesitados. Tan solo le acompaña un vestido miserable y una modesta maleta de cartón con las puntas de color canela. Dentro unas mudas, una bata y escasos otros bienes que sujeta con unas manos vendadas fruto de las heridas del último lugar donde ha servido.
Todo lo que va a vivir es la consecuencia de ese espacio y ese ambiente. Se dirige a la casa donde va a trabajar como asistenta. La casa de las “Monterde”, donde una madre y dos hijas a cual más bordes, albergan secretos que irá descubriendo.
La autora disecciona el relato mediante una prosa directa, colorista y escueta. Nada deja al azar. Todo está medido como el hacer de un relojero. Conviven diseccionados con una prosa abrupta y desgarradora el retrato rural y feroz en que se alternan ciertas vivencias del pasado, con los circunloquios narrativos sobre la vida de la protagonista en Barcelona. Todo está preñado de buena literatura, con aroma de duende y ferocidad, propia de los perfiles dramáticos recogidos en “Los Santos Inocentes”.
En los pasajes en que recoge alusiones al responsable del orden público en Sevilla, Manuel Díaz Criado, la autora recoge momentos sobrecogedores. A Manuel Díaz Criado, militar golpista, el General Queipo de Llano, le confió el mando ejecutivo de la represión en Andalucía y Extremadura en los momentos posteriores l golpe militar de Julio de 1936. Los asesinatos extrajudiciales que se le atribuyeron y se cuentan por miles. Murió sin pena ni gloria en 1947.
Antes de llegar a Barcelona, aún resonaban en los oídos de la protagonista las palabras de un muchacho cuando en el cambio de tren, en Alcázar de San Juan, le dijo:
Si aguantáis un año en Cataluña, mirad que os digo, solo un año, aunque os cueste, no querréis volver al Sur, palabra. No se añora el pan duro. Habréis de acordaros de lo que os digo.
En medio esa nueva vida la protagonista, solo encuentra consuelo y apoyo en el relojero, un anarquista mutilado por la guerra, un despojo humano que solo encuentra consuelo en el vino de Gandesa. Huraño y solitario Liberto continúa rumiando su pasado. Su huida a Francia, los campos de concentración, la pena de prisión posterior, al volver. Todo contribuye a su desapego y a considerarse desafecto al régimen. Malvive en medio de una humilde vivienda rellena de libros haciendo chapuzas de relojero porque no le dan trabajo, dados sus antecedentes. Tan solo sale a por víveres, a la bodega, y a firmar periódicamente en la comisaría Layetana su vínculo con el pasado.
Entretanto, la vida en la capital Condal, se va desperezando con el tiempo, incluso entre los barrios del extrarradio repleto de casuchas, donde reina la uralita y el alquitrán.
La vida de Juana Merchán se va enderezando junto a su padre y el resto de la numerosa familia que el padre ha ido rebobinando cuando las condiciones lo han hecho posible. Pero los domingos, Juana que sigue visitando al amigo anarquista, y a su gato Proudhon mantiene la relación. Perciben ambos un afecto mutuo que hace que los domingos se conviertan para ambos un espacio de convivencia y alegría. Solo en el entorno del relojero, Juana sigue encontrando ánimo y consuelo. Ha abandonado a las Monterde, al observar que a escondidas le robaban los ahorros. Ahora trabaja en un taller de textil junto con alguna de sus hermanas, mientras el padre se afana en hacer peonadas en la construcción. Todo indica un respiro en su devenir. Como dice su padre siempre adelante, aunque tengas que azuzar al caballo de la vida con espuelas de papel.
El círculo de su relación con el anarquista se va cerrando hasta cristalizar en algunos encuentros amorosos en una pensión. Él sabe que ese amor es imposible, es un despojo humano sin futuro, sin trabajo y con un oscuro pasado. Decide romper con gran dolor de Juana a pesar de sentirse bien a su lado. No está dispuesto a que ella sacrifique su juventud junto a él. Ella es joven y con derecho a buscar libremente otro destino al lado de otro hombre.
Son dos vidas que se cruzan en el espacio sin perspectiva de futuro. Decide dejarla marchar y el acto de despedida se formaliza con la entrega de la mejor joya que le queda en la mesa de su taller de relojero. Una piedra preciosa que guarda con esmero y con la que decide engastar un anillo. Es su despedida, su prueba de amor y su mejor tesoro. Liberto decide que solo pueden estar en manos de esa bonita muchacha que crece entre la miseria de Barcelona.
Entretanto, el capitán Manuel Díaz Criado, el azote de la represión de Sevilla, que desapareció entre las tinieblas de la postguerra, hundiéndose en el olvido, dejó paso en la historia a su jefe, el general Queipo de Llano, que sigue enterrado con todos los honores a los pies de la Virgen de la Macarena de Sevilla.