La noticia del fallecimiento de Carlos López Riaño* fue para mí, un auténtico mazazo. Escribo estas líneas con amistad, con profundo respeto y con agradecimiento por todo lo que aprendí de él. Es imposible detallar todas y cada una de las facetas en las que destacó. Un excelente tribuno, capaz de seducir con su palabra precisa y exacta, mas sobre todo, encarnaba una entrega y una pasión política sin límites. Frente a mucho de lo que se ve, aquí y ahora, era un hombre de firmes convicciones y, una solidez ideológica que demostró a lo largo de toda su trayectoria, siempre vinculada al Partido Socialista Obrero Español.
Lo conocí a finales de los sesenta, recuerdo que tomamos un café en el Café Comercial. No hablamos mucho, sobre todo yo, pero quedé impresionado por su capacidad de análisis y por la clarividencia con que analizaba la realidad política de esos momentos. Nunca está de más, repetirlo, era un demócrata de los pies a la cabeza y, como después demostraría con creces, un luchador nato e infatigable. Pronto intimamos. Con los años se fue consolidando una amistad profunda. Me encantaba escuchar sus propuestas sobre la orientación que debía adoptar el PSOE.
Valoraba la dedicación que Llopis y los dirigentes del exilio francés habían realizado para conservar viva la memoria del Partido, mas entendía que había llegado el momento de trasladar la dirección al interior y de emprender una acción unitaria con todas las fuerzas de oposición a la dictadura, para acelerar el final de esos años oprobiosos.
Carlos López Riaño es un trozo vivo de la historia del Partido. De cuantas experiencias vivimos juntos quiero recordar la andadura del Colectivo Socialista Madrileño, del que formaban parte entre otros, Jesús Espinoso, María García o Modesto Nolla. Solíamos reunirnos en un sótano, el de un pub de Mariano Salinas y allí opinábamos, diseñábamos estrategias y pensábamos en cuál sería la dirección adecuada que la entonces FSM debía adoptar.
Lo que más he valorado siempre de Carlos es que sus análisis no eran tácticos sino estratégicos… siempre iba más allá de cualquier perspectiva coyuntural.
Fueron unos años muy fructíferos donde debatíamos con Fernando Morán y Fernando Baeza y donde Fernando Valera nos hacía participes de numerosas vivencias del exilio…
Habría que poner en valor su actuación valiente y decidida en el Colegio de Abogados, su apuesta por un modelo de partido que funcionara de abajo a arriba y con democracia interna. Tiempo después, comprendimos algunos su preocupación por preservar las señas de identidad históricas y los valores republicanos.
No es posible describir sus posiciones siempre lúcidas y, casi siempre minoritarias, en los estertores de la dictadura. Abogado de la empresa Pegaso, fue un sindicalista que no dudaba en defender los derechos e intereses de los trabajadores en unos momentos difíciles, mostrándose como un ugetista activo.
En defensa de la ideología del Partido no dudó en adoptar posiciones en el XXVIII Congreso, favorables a que no se arrojara por la borda ni el término, ni la larga tradición marxista que el Partido había mantenido.
Tuvo una actuación parlamentaria activa y destacada, que solía comentar con amigos como Álvaro Cuesta. Fue diputado en el Congreso de la II a la V Legislatura, donde destacó por sus intervenciones en la Comisión de Justicia e Interior y posteriormente, como Delegado del Gobierno en el Plan Nacional sobre la Droga, donde demostró intuición, valor y no dudó en promover iniciativas, que el paso del tiempo ha valorado en sus justos términos.
Cuando Luis Gómez Llorente fundó Izquierda Socialista y pidió al Colectivo Socialista Madrileño que se integrara en ella, la opinión de Carlos fue decisiva frente a las reticencias de algunos. Comprendió y nos hizo comprender que había que luchar en pro de la democracia interna del PSOE y por el voto individual de cada delegado y no del cabeza de delegación. Fueron años duros pero finalmente se consiguió, contribuyendo con ello a democratizar el Partido.
Carlos López Riaño era afable, extremadamente inteligente, intuitivo, amigo de sus amigos, austero y con una capacidad de análisis envidiable, que demostraría en múltiples ocasiones. Apoyó a Borrell en las primarias, Fernando Morán lo incluyó en su equipo, que ganó contra viento y marea las primarias para el Ayuntamiento de Madrid, donde tuvo un resultado excelente… por último, alentó la iniciativa de Pedro Sánchez de presentarse a las primarias para Secretario General del Partido, cuando muchos lo consideraban una locura o, en el mejor de los casos, un acto testimonial.
Por eso, no es exagerado en absoluto, decir que se nos ha ido un trozo de la historia del Partido y un ser humano de enorme dignidad que supo con su bonhomía granjearse el respeto e incluso la admiración de aquellos a los que combatió dialéctica y políticamente.
Como homenaje a Carlos López Riaño, han escrito magníficas páginas Rafael Fraguas o Antonio G. Santesmases. Han manifestado asimismo sus condolencias quienes compartieron con él algunas de las facetas antes reseñadas. Solo deseo unir mi modesta voz a otras voces para poner de manifiesto la importancia de su figura intelectual y política.
No quiero terminar estas notas dedicadas a recordar la honestidad, combatividad y firmes convicciones éticas de Carlos López Riaño, sin mencionar que el Partido Socialista Obrero Español, el Congreso de los Diputados y la Unión General de Trabajadores deben tributarle en los próximos meses un homenaje que ponga de relieve sus cualidades humanas, éticas y políticas… para que quede memoria en el futuro, de lo que ha significado su limpia y abnegada trayectoria en favor de los más vulnerables… y de la igualdad, genuino valor de la izquierda, hoy olvidado por muchos.
Carlos López Riaño, representa un modelo de socialista consecuente, generoso, valiente y firmemente comprometido con los valores tradicionales del socialismo democrático.
*Carlos López Riaño falleció el pasado 15 de abril de 2022