noviembre de 2024 - VIII Año

‘Tea Rooms. Mujeres obreras’ de Luisa Carnés

Tea Rooms. Mujeres obreras. Luisa Carnés. Epílogo de Antonio Plaza. Hoja de Lata. Gijón, 2016. 256 páginas.

Luisa Carnés es una escritora y periodista española de la generación del 27, nacida en Madrid en 1905. Desconocida durante mucho tiempo y sepultada con motivo de su exilio republicano, ha vuelto a la actualidad al reeditarse algunos de sus libros, unos de cuentos, y otros de relatos y reportajes. Incluso se contabiliza alguna obra dramática estrenada en el exilio.

De familia numerosa y muy humilde, era la mayor de cinco hermanos más pequeños. De muy joven entró a trabajar en Madrid en el obrador de una pastelería a los 11 años para ganarse la vida, y socorrer a los más pequeños.

Este relato recoge muchos instantes vividos en su adolescencia y en su juventud, cuando trabajó allí y en otros lugares fruto de su devenir vital. Las descripciones de cada escena están relatadas en un estilo cinematográfico y preciso, esculpidas en una prosa delicada y dúctil con la que nos hace estar presentes como espectadores e invitarnos a seguirla como testigos de cargo.

Esa adolescente crece en medio de penurias y dificultades, aprende a escribir cuentos y a degustar la lectura desde folletines a novelas, con lo que resulta que todo lo que cae en sus manos es poco.

Fue militante del PCE, y defensora apasionada de Clara Campoamor y el derecho al sufragio universal como instrumento de emancipación de la mujer y se involucró en los movimientos sociales más importantes del período republicano, como otras muchas mujeres de su tiempo. Ella desde una perspectiva obrera.

Inició un camino en la narrativa social que se tradujo en la creación de varias docenas de cuentos y algunas novelas, muchas de ellas editadas en México donde murió en 1964 en un accidente.

“Tea Roms”, es una novela social, quizá su mayor exponente en este asunto contiene un sabor a reportaje de sus propias experiencias.

El personaje que nos retrata, Matilde, está esculpido en esas coordenadas. Es el Madrid de los años 30. De inmensos horizontes para la emancipación y la esperanza de los trabajadores, y singularmente para las mujeres. Es su gran oportunidad de salir del ostracismo. Son los primeros pasos en la búsqueda de empleo. En ese forcejeo por encontrar un sitio, en una entrevista de los años 30, ya indica la autora ¿Cómo es posible que las mujeres nos odiemos tanto entre nosotras?

El relato describe minuciosamente las pésimas condiciones laborales en todos los sentidos, la escasa remuneración, las malas condiciones materiales del lugar donde cambiarse, el acoso laboral y sexual. El relato es una acuarela de las condiciones de vida, del ámbito social y laboral de las mujeres de la época, con trabajos efímeros, pero imprescindibles para su existencia.

El ahogo personal de sentimientos encontrados se mezcla cuando la protesta es sofocada, en sus orígenes y, en muchos casos, en sus tristes finales.

Todo se inicia y se apaga sin éxito dejando un sabor amargo en la boca. La amenaza del despido, la sombra alargada del miedo. Y las conversaciones posteriores, la charla intrascendente para desviar la tensión sufrida. Baste como muestra el texto grabado de la autora: “La obrera española, salvo contadas desviaciones plausibles hacia la emancipación y hacia la cultura, sigue deleitándose con los versos de Campoamor, cultivando la religión y soñando con lo que ella llama su «carrera»: el marido probable”

Algunas páginas son el resumen vital de muchas mujeres del momento e incluso de hoy. Matilde, la protagonista es una excepción a esa regla, por sus modos, por su resiliencia. Calla y no comenta, observa y se adapta. Es fría. Las otras le observan. Hace alguna amistad escogida. Mantiene las distancias. Es el retrato de sí misma.

La autora describe lo que los ojos de Matilde observan. Las conversaciones que tienen. Es como una cirujana sobre un cuerpo. Lo desmenuza. Es de una precisión sobrecogedora. Como el segundero de un reloj. La prosa es meticulosa, como la protagonista. Es como observar el paisaje a través de un cristal pulcro y trasparente, a veces despiadado. El tiempo a veces queda suspendido, como si la moviola apenas discurriera. Para ella la vida esta resumida así “Los que suben en ascensor o los que entrar por la puerta de servicio”. La cita es textual: “El aprendizaje es amargo hay que pagarlo en lágrimas y humillaciones”.

El relato es un ejercicio de recopilación de experiencias vividas y de amargas sensaciones. Poco margen para concesiones. Matilde tiene pocas dificultades para escapar de la explotación. Es un peso omnipresente. Los personajes deambulan para el relato como actores en el escenario de un teatro, vestidos de un caleidoscopio de colores y formas diferentes. La novela constituye un relato pedagógico de situación, un fotograma muy interesante sobre la vida laboral del momento, del lado de aquellas personas que acceden a los primeros empleos, muchos sin cualificar, que son en ese momento, la mitad de la población.

Es un sendero que emprenden las personas con la vocación de abrir nuevos caminos jalonados de espinas, de obstáculos diversos, algunos de difícil encaje, siguiendo la búsqueda de la independencia económica. Nuevos continentes por descubrir se añaden, modos vitales de autonomía y autoestima, esperan.

Sin mirar ya hacia atrás, sus protagonistas emprenden un camino sin retorno. Es el nuevo río de la vida. Solo quedan en ese imaginario colectivo, como punto de partida, las tareas tradicionales del hogar como una única perspectiva. No hay vuelta atrás.

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