El inicio del Siglo XIX será un proceso convulso de la historia de la España con la invasión napoleónica, produciéndose durante el posterior reinado de Fernando VII la crisis de las estructuras del Antiguo régimen y de la monarquía absolutista. A la muerte del monarca, la minoría de edad de la heredera obligó a una regencia desempeñada primero por la reina viuda María Cristina y desde 1840 por el general Baldomero Espartero que permanecerá hasta 1843. Durante este periodo es cuando se implanta el régimen liberal y las bases de un nuevo modelo de estado que asentará el concepto moderno de España como nación y de su sistema político, siendo cuando se inicia el reinado de Isabel II que será conocida por el pueblo como “la Reina castiza”.
Hija de Fernando VII y de la napolitana María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, accedió al Trono cuando a los tres años falleció su padre, después de que fuera derogada la Ley Sálica que impedía reinar a las mujeres. Una disposición que dejó fuera de la sucesión dinástica a su hermano el infante Carlos María, provocando un conflicto civil entre isabelinos y partidarios del Pretendiente Carlos que derivó en tres guerras civiles a lo largo del Siglo XIX. Isabel II fue coronada a la edad de trece años tras un largo periodo de Regencia de su madre en el que fue respaldada por los liberales. A los dieciséis se casó con su doble primo hermano, Francisco Asís de Borbón; matrimonio sin amor ni respeto mutuo, impuesto por razones de Estado y subordinado a los intereses de Francia e Inglaterra. Un desastre en lo personal dada la homosexualidad de él y sus ansias de poder. Lo único que hará será aparentar, reconociendo a sus hijos como propios. Consecuencia de ello y del ardor amoroso que arrastraba la reina, su vida íntima resultó escandalosamente desordenada por su adicción a los hombres, conociéndosele numerosos amantes, teniendo como fruto de una de estas relaciones al que sería futuro rey Alfonso XII.
En el ámbito político su reinado tendrá una enorme inestabilidad por los enfrentamientos entre moderados y progresistas que irán disputándose el poder, produciéndose continuos cambios de Gobierno encabezados por los generales Narváez y O’Donnell, representantes de esta ideologías. Habrá durante el periodo numerosas revueltas y asonadas militares, diversos proyectos y promulgación de constituciones y tendrán lugar las desamortizaciones eclesiásticas. La soberana se rodeará de una serie de figuras controvertidas impopulares que influirán en su persona, como la franciscana María Dolores Patrocinio “la monja de las llagas” milagrera y vidente, acusada por algunos sectores de embaucadora y mentirosa que decía sufrir los estigmas de Cristo o su confesor el padre Claret que será participe de muchas de las decisiones que tome. Mientras tanto, la nación y el pueblo sufría impotente las derivas del desgobierno, sumida en un enorme atraso, alejada del bienestar y desarrollo económico que la revolución industrial comenzaba a procurar al resto de Europa.
La llegada de la Unión liberal en 1858 liderado por O’Donnell, conllevó un periodo de estabilidad política de cinco años donde se realiza una ambiciosa política estatal de obras públicas, transportes y comunicaciones de grandes inversiones que permitirán el desarrollo del ferrocarril, la aprobándose una reforma de la administración y la liberación del mercado de la propiedad y subsuelo, que producen un importante crecimiento económico acabando con el estancamiento en que se encontraba el país. Igualmente se produce una destacada acción internacional con su actuación en la Guerra de África (1859-1860) y las intervenciones en Indochina (1857-1863) y Méjico (1861-1862) que pondrán a España al nivel de las principales potencias del momento.
El prestigio recuperado hará que la reina inicie, para recobrar entre la ciudadanía el respeto de la institución monárquica, una serie de visitas oficiales como instrumento político que le llevarán por todo el territorio nacional. En 1858 viajará a Valencia y Alicante para inaugurar el ferrocarril, Igualmente ese año estará en Valladolid, Toledo y Extremadura primero y después en Castilla-León, Asturias y Galicia. En 1860 se desplazará a Aragón, Alicante, Baleares y Barcelona y en 1862 recorrerá Andalucía y Murcia. En este último viaje partirá de Madrid para entrar en Andalucía por Jaén, siguiendo por Córdoba, Sevilla y Cádiz, desde donde regresará a Sevilla y a Jaén para continuar por Granada y Málaga continuando en barco hacia Almería y Cartagena, siguiendo por Murcia y Orihuela desde donde regresará a Madrid.
La comitiva real estaba formada por una corte de unas cincuenta personas, la plana mayor del estado, su esposo Francisco de Asís y dos de sus hijos, María Isabel y el Infante Alfonso príncipe de Asturias que posteriormente reinará como Alfonso XII. El día 20 de octubre llegará a las nueve y media de la mañana a Almería con una escuadra de once buques que la escoltaban, desembarcando en un muelle construido para la ocasión. Isabel II permanecerá una ochos horas, partiendo rumbo a Cartagena a las cinco y media de la tarde cuando empezaba a atardecer.
En el recorrido marítimo entre las dos ciudades atravesara la costa aguileña a la que llegara con las luces del amanecer. Las autoridades estarán dos días consecutivos embarcados frente a las aguas del puerto de Águilas esperando el paso de la familia Real, acompañados de numerosos bajeles de diversa clase que querían tener el honor de saludarles y ofrecerles su homenaje. Los barcos de la flota pesquera le ofrecerán sus honores acompañándola desde Terreros a Cabo Cope. El tributo dispensado motivo que los patronos que salieron recibieran posteriormente como reconocimiento un pergamino de agradecimiento firmado por la soberana.
La Correspondencia de España 25/10/1862
“Los vecinos del Puerto de Águilas han hecho una grande ovación al paso de los reyes el día 21 por delante de aquel punto, saliendo a saludarles el capitán del puerto y demás autoridades acompañados de músicas y más de 1000 personas que ansiosas de saludar a los reyes equiparon el bergantín goleta San Ginés y el de igual clase San Juan, y los laúdes de gran porte Nazareno y Dolores.
Las autoridades montaban el Paliebot Aníbal”
No cabía duda de la simpatía que se le procesaba en el municipio, habiéndose decantado Águilas por la causa Isabelina durante las contiendas civiles carlistas, denominando durante la primera de estas la Plaza Mayor con el nombre de Isabel II. La flota real corresponderá reduciendo la marcha para recibir los saludos aunque no se detendrá continuando su marcha. Estaba constituida por las fragatas: “Isabel II” donde navegaba la reina, “Vasco Núñez de Balboa” y “Berenguela”, el vapor “Colon” y la goleta “Consuelo”. La formación la completaban la fragata “Carmen”, Esperanza” y “Ferrolana, las goletas “Concordia”, “Santa Lucia” y “Buenaventura”, los vapores “Ulloa”, “Lepanto”, “Piles”, y la corbeta inglesa “Malacca” donde iba el cónsul.
Llegará Cartagena a las siete y media de la mañana del día 22, teniendo la ciudad a la vista desde las seis y cuarto. Desembarcaron a tierra alrededor de las once y media de la mañana debido al malestar en que se encontraba la reina por la travesía marítima realizada. Estará varios días en la ciudad visitando la cuenca minera de la Unión donde descenderá a una mina en el pozo llamado “La Belleza” de 300 metros de profundidad. Finalizando la estancia se desplazó en un tren a Murcia, inaugurando la línea férrea. En la capital permanecerá del 24 al 27 de octubre donde entre otros lugares visitara la Catedral de Murcia y el Santuario de la Fuensanta, disfrutará de las esculturas de Salzillo y asistirá al estreno del Teatro Infantes con una obra de Julián Romea.
Águilas será participe del acontecimiento. El Gobernador civil de la provincia Pedro Celestino Argüelles como organizador de los actos que iban a realizarse durante la visita de la reina, dará cuenta de un oficio el día 15 de septiembre al consistorio aguileño en el que se informaba de que se invitaba a una comisión presidida por el alcalde José Crouseilles, para que estuviera en Murcia en representación de la población y felicitar a su alteza llevando de presentes los productos más importantes del país que entregarían los jóvenes que hubiera designado. La corporación elegirá como miembros de esta comisión a los concejales José Fernández Corredor, José Hernández, Domingo Rex y Manuel Orts que prepararían todo lo necesario para tan importante servicio.
El Gobernador publicará una circular el 29 de septiembre por el interés que mostraron diversas localidades en contribuir económicamente para darle solemnidad a las fiestas que iban a realizarse en obsequio de la soberana indicando que no debía permitir que este gasto afectara los fondos municipales. Para esto se resolverá que se presentará un presupuesto que se cubriría con la partida de imprevistos. El consistorio aguileño en este sentido responderá que como no iba a resultar afectada en absoluto la hacienda local, para que se cumpliera del mejor modo la efeméride se tomará la diferencia del sobrante de los ingresos calculados para la población resultando una suma comprendida entre 4000 y 5000 reales.
La reina en Murcia recibirá el día 25 de octubre a las dos de la tarde a los alcaldes y comisiones de las diversas poblaciones de la Región, después del besamanos oficial, siendo obsequiada con una corona de flores de cada municipio. En este acto por la intersección del diputado Provincial del partido de Lorca José Moreno Rocafull, pudo presentarle la alcaldía la petición de la construcción del puerto y la ampliación de privilegios de productos de su aduana, que no había podido hacerse cuando la escuadra real paso frente a Águilas, siendo tomada en consideración.
Una circular informará el 29 de octubre de que por las atenciones recibidas, la reina hacía un donativo de 6000 reales para socorro de las poblaciones, en cuyo término había transitado. El síndico municipal indicará que como Águilas había sido el primer lugar de la región que atravesó la comitiva real, siendo recibida esta frente a las aguas de su puerto, podía considerarse comprendida dentro de este reparto habiendo además contribuido el vecindario en las celebraciones en su honor. La corporación elevará un oficio al gobernador en este sentido indicando se le tuviera presente en las distribución que iba a realizarse por la cantidad que se estimara oportuna por merecerla.
El ayuntamiento recibirá del Gobernador de la Provincia, el 23 de febrero de 1863, un comunicado del ministro de Obras Públicas sobre la determinación de la construcción del puerto como se había demandado en la reunión con la reina. En este se indicaba que sería costeada la obra con el compromiso de que el municipio reintegrara la mitad en el plazo de diez años, siempre que estuviera de acuerdo lo que es aceptado unánimemente, autorizando el pleno al alcalde para iniciar las gestiones pertinentes. Igualmente el 16 de mayo, el Gobernador enviara un oficio de la dirección general de Aduanas y Aranceles en la que se pedía que se detallara que productos eran los que entraban en su petición. En este sentido se responderá qué eran (madera. hierro, brea, acero) los necesarios para atender las diversas artes e industrias y alcohol por los impuestos derivados, siendo los principales artículos en el comercio.
No podrá acometerse la obra del puerto por producirse en ese momento la descomposición del régimen isabelino . La inestabilidad política que se inicia con la dimisión de O’Donnell en marzo de 1863 y la crisis financiera y de subsistencia que afecta al país (1865-1866) ocasionará un descontento popular que derivo en el estallido revolucionario de 1868 donde Isabel II será derrocada. El destierro posterior hará que la historia la recuerde como “ la de los Tristes Destinos” quedando en el olvido como un recuerdo el cariño que la nación le había procesado.