diciembre de 2024 - VIII Año

Emerson y el Trascendentalismo norteamericano

El trascendentalismo constituyó, más que una escuela o una corriente de pensamiento, un movimiento de carácter espiritual. Aunque coincidió en el tiempo con la época romántica en todo el mundo, sería erróneo considerarlo tan sólo como la mera plasmación en Norteamérica del romanticismo inglés, si bien se vio muy influenciado por éste y por el romanticismo alemán. Y hasta es posible que el Trascendentalismo fuese la expresión más destacada del romanticismo en USA, pero no fue sólo eso. Fue mucho más. Nació a finales de la década 1820-1830, se desarrolló durante la década siguiente y se expandió por todos los Estados Unidos hasta la Guerra Civil (1861-1865). El movimiento se disolvió después, pero su influencia se ha prolongado hasta la actualidad, especialmente en el pensamiento y en la filosofía.

Su aparición significó una protesta contra el estado general de la cultura norteamericana de la época que, a juicio de muchos norteamericanos, estaba casi prisionera de las tendencias intelectuales británicas. Y surgió en el seno de la doctrina protestante de la Iglesia Unitaria (contrarios a la Trinidad Divina), que era el movimiento religioso dominante en Boston a principios del siglo XIX. Comenzó a desarrollarse después de que el unitarismo se afianzara en la Universidad de Harvard. Pero el trascendentalismo no significó una crítica o un rechazo del unitarismo, o no sólo eso. Más bien, se desarrolló como una consecuencia lógica del énfasis unitario en la conciencia libre y en el valor de la razón. Los trascendentalistas no se conformaron con la sobriedad y el sereno racionalismo limitado del unitarismo. Aunque el trascendentalismo nunca se propuso oponerse al unitarismo, sino que fue un movimiento paralelo a las ideas unitarias, pero liberadas de las trabas que los unitarios se imponían a sí mismos.

El trascendentalismo integró en una nueva filosofía el romanticismo inglés y el alemán, la crítica bíblica de Herder y Schleiermacher, el escepticismo de Hume y la filosofía trascendental de Kant y el idealismo alemán en general, interpretando las doce categorías a priori del entendimiento kantianas como conocimientos a priori. Pero los primeros trascendentalistas, que en los momentos iniciales del movimiento no estaban muy familiarizados aún con la filosofía alemana, también buscaron y encontraron inspiración en Thomas Carlyle, Samuel Taylor Coleridge, Victor Cousin, Germaine de Staël y otros autores ingleses y franceses. Con Carlyle (1795-1881) mantuvo Emerson una intensa relación intelectual, desde su primer viaje a Europa, realizado entre 1832 y 1833.

El trascendentalismo fue profundamente individualista, si bien esta afirmación ha de ser convenientemente matizada y situada en su contexto. El trascendentalismo considera que la persona sólo alcanza la plenitud, como tal, cuando es verdaderamente «autosuficiente» e independiente. Solo a partir de ese tipo de personas autosuficientes e independientes, que para este movimiento eran los individuos verdaderamente reales, se puede formar una verdadera comunidad de hombres libres. Una idea, sin duda, de inspiración jeffersoniana.

El Club Trascendental

El trascendentalismo se convirtió en un movimiento coherente y, hasta incluso en una organización, con la fundación del Club Trascendental en Cambridge (Massachusetts), el 8 de septiembre de 1836. Lo crearon un grupo de destacados intelectuales de Nueva Inglaterra, entre los que figuraron George Putnam (ministro unitario), Ralph Waldo Emerson, Frederic Henry Hedge y George Ripley. Otros miembros del club fueron Amos Bronson Alcott, padre de la novelista Luise May Alcott (la autora de Mujercitas) y Henry David Thoreau. También se incorporaron mujeres desde el primer momento, como Sophia Ripley, Margaret Fuller, o Elizabeth Peabody. A partir de 1840, el grupo se expresó a través de su revista The Dial, y en otros medios. De entre todos ellos, los pensadores más destacados fueron Emerson (1803-1882) y Thoreau (1817-1862).

En cuanto a sus fundamentos, como ya se ha indicado, el trascendentalismo encontró su inspiración en el romanticismo inglés y en el alemán. En su base se encuentran la crítica histórica de La Biblia, de Johann Gottfried Herder (1744-1803) y de Friedrich Schleiermacher (1768-1834), así como el escepticismo de David Hume (1711-1776), y la filosofía trascendental de Immanuel Kant (1724-1804), de cuya filosofía “trascendental” terminaría tomando nombre el movimiento. Para los estudiosos del trascendentalismo, las influencias espirituales dominantes en este movimiento procedieron principalmente de la obra de dos teólogos luteranos, el filósofo sueco Emanuel Swedenborg (1688-1772) y el místico Jakob Böhme (1575-1624). También tuvo una excepcional e intensa influencia derivada de los textos hindúes clásicos sobre la filosofía de la mente y la espiritualidad.

Nature (1836)

Nature (naturaleza) fue el primer libro publicado por Emerson, si bien la primera edición (1836), la presentó como anónima. Nature es un ensayo en el que Emerson expuso las bases del trascendentalismo como un sistema de pensamiento que propugnaba un cambio en la percepción y consideración tradicional de la naturaleza. Nature fue una obra muy original que originó grandes debates y controversias en USA. Una reseña crítica, publicada en enero de 1837, reprobatoria de los planteamientos y de la filosofía de Nature, se refirió a ella despectivamente como «trascendentalista», expresión con la que se terminó de acuñar el término con el que se conocería definitivamente al movimiento.

Emerson propone que el principio divino (Dios), impregna la naturaleza en su totalidad. Por ello, el modo para que la realidad puede llegar a ser entendida, incluida la misma divinidad, habrá de realizarse mediante el estudio y el conocimiento de la naturaleza. La visita de Emerson al Muséum National d’Histoire Naturelle, de París, en su primer viaje a Europa (1832-1833), le inspiró una serie de conferencias que pronunciaría en Boston, más tarde, y que luego serían publicadas. En Nature, Emerson estableció que la naturaleza puede ser comprendida en cuatro modos: como mercancía, como belleza, como lenguaje y como disciplina científica. Estas distinciones definen las formas en que los humanos se acercan a la naturaleza para sus necesidades básicas, su deseo de deleite, su comunicación entre ellos y su comprensión del mundo. Emerson escribió que nadie ha sido convencido jamás por un razonamiento (arguments convince nobody), pero que la verdad, y ahí está su fuerza, se impone en el mismo momento en que se enuncia.

Emerson desarrolló en Nature su idea de que, para experimentar la plenitud de su relación con la naturaleza, para la que el hombre se encuentra “naturalmente” preparado, ha de tomarse distancia y cuidarse de los efectos negativos y distracciones que impone la sociedad. Porque, si bien todas las personas son en abstracto justas y buenas, en lo concreto, la sociedad y sus instituciones, particularmente las religiones organizadas (religiones litúrgicas) y otras organizaciones como los partidos políticos, pueden dificultar, limitar y hasta corromper la pureza del individuo.

Emerson creía que la soledad era el único mecanismo a través del cual es posible alcanzar la compenetración con el mundo natural, es decir, la naturaleza. Como él mismo dijo, «Para entrar en la soledad, el hombre necesita retirarse tanto de su entorno inmediato como de la sociedad. No estoy solo mientras leo y escribo, aunque no haya nadie conmigo«. Para Emerson, la sociedad dificulta el más fácil acceso a la totalidad, mientras que «la naturaleza, en su ministerio para el hombre, no es solo de orden material, sino que también incorpora el proceso y el resultado de la vida. Todas las partes trabajan incesantemente en las manos de las otras para beneficio del hombre: se siembra la semilla; el sol evapora el mar; el viento lleva el vapor al campo; el hielo, al otro lado del planeta, condensa la lluvia sobre este; la lluvia alimenta a la planta; la planta alimenta al animal; y así, interminables circulaciones de la divina caridad terminan por alimentar al hombre«. Emerson postulaba así que la relación con la naturaleza era también una relación de carácter espiritual. Es en la naturaleza donde la persona encuentra su espíritu y lo acepta como el Ser Universal, pues «La naturaleza no es fija, sino fluida. El espíritu la altera, la moldea«. Para Emerson, el hombre es un fragmento de una totalidad que es la humanidad, al igual que los dedos conforman la mano.

El otro gran pensador del grupo, Henry David Thoreau, leyó Nature en su último año como estudiante en la Universidad de Harvard, en 1836, y lo tomó en serio, es decir, quedó completamente convencido. Nature se convirtió en una influencia esencial para los escritos posteriores de Thoreau, incluido su famoso ensayo Walden (Walden I), publicado en 1854. De hecho, Thoreau escribió Walden después de vivir largo tiempo en una cabaña, en un terreno propiedad de Emerson. Su amistad desde entonces le supuso a Thoreau el principal impulso para la prosecución de su obra. La mayor fama de Thoreau se debe a su obra La Desobediencia Civil, publicada en 1849.

The American Scholar (1837)

Traducido al español como “El Intelectual Americano”, The American Scholar fue un discurso pronunciado por Emerson, el 31 de agosto de 1837, en el Harvard College, de Cambridge (Massachusetts). Fue invitado a hablar en reconocimiento a su obra Nature, publicada un año antes, en la que estableció una nueva forma para que la incipiente sociedad estadounidense considerase el mundo real. Sesenta años después de declarar la independencia política de Norteamérica, la cultura estadounidense estaba fuertemente influenciada todavía por Europa. Y Emerson, posiblemente por primera vez en la historia del país, proporcionó un marco filosófico propio que posibilitaría construir una nueva identidad cultural claramente estadounidense. En su discurso, Emerson pidió el compromiso para desarrollar una vida intelectual nacional propia en el nuevo país, distinta de la creada bajo las antiguas influencias coloniales.

En su exposición, Emerson formuló ante su audiencia una crítica incisiva a la erudición académica, por confiar tan sólo en la sabiduría histórica e institucional. Por ello señaló la casi obligación del “estudioso americano”, en tanto que hombre dedicado al pensamiento («Man Thinking»), de ver el mundo claramente, sin dejarse someter o influenciar por los puntos de vista tradicionales e históricos. Incluso, el “intelectual americano” tendría el deber de ampliar su comprensión del mundo con una mirada nueva que tampoco cediese ante las modas o ante las corrientes de pensamiento dominantes, que no renuncie nunca a mantener una visión crítica. También presentó públicamente su lema, “Debes saberlo todo, debes atreverte a todo”, que no deja de ser una adaptación, más o menos afortunada, del lema que Kant propuso para la Ilustración: sapere aude (atrévete a saber).

Para él, la naturaleza se destacaba como la más importante fuente de conocimiento para la mente y el espíritu de cada individuo. Un primer origen que se ha de complementar con el influjo de otras dos importantes fuentes del saber, el pasado recogido en los libros y el resultado de las acciones en relación con la experiencia. El pensador ha de permanecer tranquilo, quizá algo melancólico, ante el gran espectáculo del mundo. Melancolía causada por la constatación de que el “intelectual”, aunque representa al hombre que está presente en todos los hombres particulares, sólo puede hacerlo parcialmente. Es por ello imprescindible tomar a toda la sociedad, en su conjunto, para encontrar al hombre completo. Un ideal que se mantiene en armonía con el individualismo trascendentalista, ya que cada persona está facultada para contemplar dentro de sí misma una parte del Alma de la Divinidad.

El gran poeta norteamericano Oliver Wendell Holmes Sr. (1809-1894), padre del no menos famoso Juez del Tribunal Supremo USA y asimismo emersoniano, Oliver Wendell Holmes Jr. (1841-1935), consideró que este discurso constituyó «la declaración de independencia intelectual estadounidense«. Sobre la base de la creciente atención del público hacia su ensayo Nature, el discurso The American Scholar asentó la popularidad y el peso del pensamiento emersoniano en Estados Unidos, que llegó a alcanzar un nivel casi reverencial hacia Emerson, que se mantendría durante el resto de su vida.

El llamamiento de Emerson a la independencia cultural coincidió con el inicio de otra gran batalla nacional. La gran batalla para lograr otra emancipación, la emancipación de los esclavos negros. No fue exclusivamente por su acción, pero a medida que el trascendentalismo comenzó a echar raíces en Nueva Inglaterra, el abolicionismo fue ganando fervor en los estados del norte. El debate sobre la esclavitud se filtró hacia el gran público a través de las iglesias, de la literatura, de las universidades y de la prensa, dominando las conversaciones sobre el futuro de los Estados Unidos. Harriet Elizabeth Beecher-Stowe, integrante del grupo trascendentalista, publicó su novela La Cabaña del Tío Tom, en 1851, que alcanzó un éxito de ventas arrollador, elevando con ello el fervor antiesclavista a su máximo nivel en toda la nación. Diez años después, en 1861, bajo la Presidencia de Abraham Lincoln, los Estados Unidos de América librarían una sangrienta Guerra Civil (1861-1865), por la liberación de los esclavos negros.

The Divinity School Adress (1838)

El éxito de The American Scholar contrastó con la dura reacción que provocó el discurso que pronuncio el año siguiente, el 15 de julio de 1838, «Discurso de la Escuela de Teología» (Divinity School Adress). En este otro discurso, Emerson formuló muchos de los principios del trascendentalismo y se pronunció contra la teología unitaria más al uso. Argumentó que la intuición moral es mejor guía para el sentimiento moral que la doctrina religiosa, e insistió en la presencia en cada individuo de un verdadero sentimiento genuinamente moral. Un sentimiento moral que sería justamente la aportación de ese impulso trascendentalista que exige de los individuos la actitud moral necesaria para hacer libre y justa, y así dar sentido, a una sociedad por definición amoral.

En esa conferencia, Emerson presentó en sociedad su crítica radical a las tradiciones religiosas imperantes en la Norteamérica de la época. Una crítica que alcanzaba por igual a las iglesias unitarias, anglicanas, luteranas y calvinistas (puritanas), dedicadas a un romo anti-catolicismo propio de la época de la Reforma Protestante. Un anticatolicismo que ya había sido severamente cuestionado por Thomas Jefferson (1743-1826) en su legislación de la libertad religiosa para el Estado de Virginia, de 1786, por considerar contraria a la libertad la discriminación de los católicos.

‘Mount Corcoran’ de Albert Bierstadt

Emerson reclamó en su discurso una religiosidad más abierta, acorde con la naturaleza del hombre, del mundo y de la vida, y una nueva mentalidad más abierta y tolerante. La mentalidad adecuada para hacer posibles los sueños para la humanidad y la sociedad, contenidos en los ideales de los Padres Fundadores. Se trataba, para él, de impulsar un nuevo espíritu para la América que protagonizaría una gesta como la emancipación de los esclavos negros, mediante una sangrienta guerra civil entre blancos. Un nuevo espíritu para la nación que sería capaz de llevar a cabo la Conquista del Oeste, ampliar y mejorar la riqueza y el bienestar de la nación, y afianzar la libertad y la democracia. Una manera de pensar que se afianzaría en USA, tras la proclamación de la Democracia Americana, inaugurada con la Presidencia de Andrew Jackson en sus dos mandatos, entre 1829 y 1837.

Emerson aspiraba con su discurso a iniciar una discusión teórica de carácter religioso, por lo que se vio totalmente sorprendido por el arrebato de ira e indignación que produjo. El discurso desató una gran controversia entre los teólogos unitarios, que lo entendieron como un ataque directo a su fe. Tanto la Iglesia Unitaria de Nueva Inglaterra, como la Escuela de Teología de Harvard, rechazaron rotundamente las ideas de Emerson. La Universidad de Harvard publicó réplicas especialmente contundentes, incluida una que calificó al trascendentalismo como «última forma de ser infiel a la fe«. Los ataques a Emerson se tornaron rápidamente en descalificaciones personales. Fue considerado un ateo, lo que constituía una auténtica descalificación para la época. El principal periódico unitario de entonces, The Christian Examiner, declaró que los comentarios de Emerson, «… en la medida en que son inteligibles, son totalmente desagradables para los instructores de la Escuela y para los Ministros Unitarios en general «.

Segunda generación trascendentalista e influencia posterior

A finales de la década de 1840, Emerson creyó que el movimiento se encontraba al borde de la extinción, y más aún después de la muerte de la sufragista Margaret Fuller (1810-1850), integrante del Club Trascendental y famosa columnista del New York Tribune, el diario del gran periodista norteamericano Horace Greely (1811-1872). Pero se equivocó y hubo una segunda generación trascendentalista, que duraría hasta la época de la Guerra Civil y se prolongaría después. El poeta Walt Withman (1819-1892), el novelista Herman Melville (1819-1891), etc., formaron parte de ella. De entre todos ellos se destaca el filósofo John Dewey (1859-1952), uno de los fundadores del llamado “pragmatismo norteamericano”, que calificó a Emerson de “el filósofo de la democracia”.

Y es que el trascendentalismo había logrado enraizarse muy profundamente en la mentalidad norteamericana. De esa corriente de pensamiento surgieron, se inspiraron y se desarrollarían casi todas las grandes corrientes ideológicas y el mejor pensamiento norteamericano hasta el presente. La mejora y asentamiento de la democracia, el abolicionismo, el primer sufragismo feminista, la política de Lincoln (1809-1865), el Progresismo Norteamericano del primer Roosevelt (1852-1919), la ética de Nieburhg (1892-1971), el Kennedysmo de los 60’ del siglo XX y hasta el planteamiento de la justicia de John Rawls (1921-2002), se desarrollaron a partir del trascendentalismo o, al menos, tuvieron una fuerte influencia de éste.

Y casi nunca se recuerda al español Jorge (George) Santayana (Madrid,1863-Roma, 1962), quien ha sido quizá el último gran pensador de la escuela emersoniana. La influencia de las conceptuaciones y planteamientos expuestos por Emerson en su obra Nature, resultaron trascendentales para la formulación y el desarrollo del materialismo realista de Santayana.

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