2020 Año Beethoven – El 16 de diciembre de este año 2020 se cumplieron 250 años del nacimiento en Bonn del genial músico alemán
Beethoven, de quien este año celebramos el bicentenario de su nacimiento, mereció durante la Restauración alfonsina el interés del Ateneo de Madrid, que se convirtió, gracias a la gestión del Conde de Morphy, en el primer espacio ilustrado en España en organizar un ciclo de conferencias y conciertos monográficos en torno a su música.
En enero de 1884, la docta casa se instalaba en la calle del Prado e inauguraba una nueva etapa en la que la música se integraba dentro de la Sección de Bellas Artes, con la misma consideración que las demás artes, la poesía, la pintura y la arquitectura. De este modo, en sus inicios, bajo la presidencia de Emilio Arrieta, y con la colaboración de Gabriel Rodríguez y José Inzenga, se alternaban las conferencias con las ilustraciones musicales. Estas veladas musicales contribuirían a devolver al Ateneo el esplendor de tiempos pasados.
A partir de 1886, asume la presidencia de la sección de Bellas Artes Guillermo Morphy, el Conde de Morphy (1836-1899), hombre de vasta ilustración, curtido en el exilio, donde se ocuparía de la formación del príncipe Alfonso, que más tarde reinaría como Alfonso XII. Designado en el cargo de secretario personal del rey, Morphy se comprometería con el desarrollo de las artes en España. Bajo su gestión en el Ateneo, estas veladas musicales se consolidan y supondrán la creación de una sección específica para la música. A ello contribuyen las conferencias impartidas por el Conde de Morphy y por otras personalidades destacadas como Gabriel Rodríguez, Marcelino Menéndez Pelayo, Narciso Sentenach, Emilio Serrano o Felipe Pedrell, así como los conciertos y recitales en los que participan destacados artistas nacionales e internacionales.
Estos actos obtuvieron enseguida la respuesta favorable del público ilustrado, que contó pronto con la presencia de la mujer en el salón de actos de la entidad. Durante la etapa en que Cánovas del Castillo es presidente del Ateneo, la mujer profesional aparece fuertemente representada, con la participación en los recitales de cinco destacadas pianistas: María Luisa Guerra, María Luisa Chevalier, Isabel Echevarría de Aguirre, María Dolores Rodríguez Grande y Matilde Torregrosa. Además, se nombran socias de honor a la pintora gaditana Anselma Lacroix, prima del Conde de Morphy, y a la pianista argentina de ascendencia española Maria Luisa Guerra, un hecho insólito en la historia de la entidad.
En enero de 1889, el Conde de Morphy que sentía fascinación por la figura de Beethoven, al que llamaba el Miguel Ángel de la música, decidió dedicarle un ciclo de conferencias y conciertos monográficos que constituían toda una novedad en la época. Su meta era que a lo largo de dos cursos (1888-1889 y 1889-1890) se programaran movimientos de las sinfonías, obras para piano, música vocal y música de cámara del genio de Bonn. Para ello buscaría la colaboración de la Sociedad de Conciertos de Madrid, dirigida por el maestro Tomás Bretón, y de figuras de renombre internacional como el pianista francés Francis Planté, quien contribuiría al brillo del evento con la interpretación de algunas sonatas de Beethoven.
Consciente de que aquel público ilustrado formado por escritores y políticos, devotos de la ópera italiana de Bellini, Rossini y Donizetti, aún desconocía el alcance de las obras instrumentales de los grandes maestros, Mozart, Haydn y Beethoven, a cuya música solían despectivamente referirse como “música sabia”, Morphy tratará de desvelar el pensamiento estético del gran genio alemán y de transmitir el concepto de música como arte sagrado, insistiendo en su capacidad de expresión para transmitir el pensamiento, la idea y el sentimiento.
El Conde de Morphy que sentía fascinación por la figura de Beethoven, al que llamaba el Miguel Ángel de la música, decidió dedicarle un ciclo de conferencias y conciertos monográficos que constituían toda una novedad en la época
Para que el público fuera capaz de entender este lenguaje universal, Morphy hace uso de cuantiosos datos relativos a la vida de Beethoven y de cartas personales del compositor que había traducido del alemán e inglés como resultado de su investigación en archivos y bibliotecas de Viena, para profundizar en su temperamento, gustos e influencias. Ameniza las conferencias utilizando un tono cercano al público e introduciendo anécdotas de la anciana condesa Rasumowsky, a quien había conocido personalmente en Viena, casada con un diplomático ruso, patrocinador del músico, a quien Beethoven había dedicado los Cuartetos rusos o cuartetos Rasumowsky. Habla del Beethoven apasionado, enamorado de la joven condesa italiana Giuletta Guicciardi, a quien escribe estas palabras:
“Si nuestros corazones palpitaran el uno contra el otro, no tendría nada reservado para ti, porque mi alma está llena de todo cuanto quisiera decirte, y hay momentos en que comprendo que la palabra es impotente para decirte cuanto siento”.
La prensa se hizo eco de la importancia de estas conferencias que habían de formar época en las solemnidades del Ateneo de Madrid, contribuyendo a la mayor cultura y educación del gusto del público. Del éxito de su empresa nos habla La Época, que destaca la novedad del evento y señala la afluencia del público femenino que, “rebasadas las tribunas alta y baja, hubo de extenderse por el salón, confundiéndose con los socios”.
Morphy lograría romper con la imagen de un Beethoven misántropo y salvaje. En su recuerdo, nos dejaría una de las citas del compositor alemán, donde revela el secreto de su música transcendental:
“Queréis divertir vuestro hastío con mi música, en la que pongo mi alma, mi corazón, mi vida, la esencia de mi ser, pues yo os contaré mis penas en lenguaje tan culto, en estilo tan elegante, que las lágrimas correrán de vuestros ojos sin que el torrente de la pasión y de la idea me haga faltar a las conveniencias de vuestro sexo y de vuestra posición”.