En algunas ocasiones, con cierta frecuencia, me asaltan algunos pensamientos en onda cálida, la sangre se acelera en el pulso y vacilante, a veces confuso, siento una atracción y que todo yo gira de manera gravitacional alrededor de ella, de él, de alguien que, por algún motivo, me arrastra o simplemente se acerca en una fusión, en cierto modo etérea.
Una emocionalidad esencial, un impulso, una fusión, que se presenta al margen de la razón, pero que existe con un cierto grado de inteligencia convivencial y una lógica relacional, que de algún modo permite un equilibrio y ello es a pesar de la agitación, pero también cierto sosiego, llenando el vacío que existe entre lo visible y lo invisible.
¿Es acaso eso, amor? El amor no obedece a la pasión, aunque esta está en él, no obedece a la belleza, aunque esta esté en él, no es un juego de convivencia, aunque esta sea necesaria para su supervivencia.
Sin embargo, a tenor de la ciencia, numerosas regiones cerebrales, en particular las relacionadas con la recompensa y la motivación, se activan cuando nos encontramos con la presencia de aquel o aquello que nos atrae; entre estas zonas está el hipocampo, el hipotálamo y el córtex del cíngulo anterior. La activación de estas áreas puede servir para inhibir el comportamiento defensivo, reducir la ansiedad y aumentar la confianza entre dos seres humanos. Así mismo, se desactivan áreas cuya función posiblemente sea reducir la probabilidad de la aparición de emociones negativas (1).
Las vías dopaminérgicas activadas en estas zonas crean una sensación placentera y gratificante. Esas vías están relacionadas también con el comportamiento adictivo, que tiene que ver con la conducta obsesiva y la dependencia emocional.
Los especialistas han investigado con frecuencia la manera en que la oxitocina y la vasopresina influyen para facilitar la relación. La oxitocina y la vasopresina son las hormonas más estrechamente asociadas al amor. Las produce el hipotálamo y las libera la glándula pituitaria, ambas influyen tanto en los hombres como en las mujeres. La oxitocina y la vasopresina interactúan con el sistema de recompensa dopaminérgico y pueden estimular la liberación de dopamina por el hipotálamo (2).
Sin lugar a duda, como vemos, la ciencia puede explicar el comportamiento afectivo y la regulación o los trastornos que se puedan ocasionar y de algún modo relacionado con ello, como la ansiedad-depresión, los cuadros de vacuidad, la invasión de soledad como características vivenciales, pero ¿se puede explicar desde este punto de vista el significado del amor?, ¿tan simple puede resultar que esa especial manifestación emocional pueda deberse exclusivamente a una perfecta función fisiológica, a una actividad orgánica?, desde esta óptica, tal vez algún día en el mañana, alguien podría reproducir el amor en el laboratorio.
Dicho de otra forma, cuando la emoción se procesa en el cerebro y aflora en el individuo, en el momento en que se hace consciente de dicha emoción y que a la vez conlleva un determinado estado de ánimo, todo ello da lugar a lo que conocemos como “sentimientos”; por ello la génesis de los sentimientos son emociones nítidas e identificadas y que valoradas por nuestro raciocinio generan nuestro estado de ánimo. Pero ¿en ese caso el amor es producto de esas emociones o es una emoción causada por una reacción neurológica?
Huelga decir, naturalmente que el origen debe anidar en el cerebro, ¿acaso no es allí donde tiene asiento en efecto, la psique? y ¿no es igualmente cierto que psique y alma, podrían considerase sinónimos, dependiendo de algunas tradiciones o creencias?, y en el trasfondo onírico, según la aportación psicoanalítica nos daría una explicación plausible de ese sentimiento que aparece como una pulsión vital. Una pulsión en la que aparece como un todo esencial, pero que carece de otra parte esencial, para estar completa.
Jacques Lacan dice: “Se puede amar a alguien no sólo por aquello que tiene, sino, literalmente por aquello de lo que carece”. Este fenómeno psicológico, pero a la vez mágico y entrañable, claro que tiene una raíz científica, pero sin embargo tiene una explicación metafísica. “ES UNA INVENCION FELIZ, UNA ILUSION, UN ESTADO DE ALTERACION” (3).
FREUD, presenta al amor, como una excitación de las características del otro, que suele concordar con el principio de realidad. Una quimera, que no es otra cosa que un monstruo, que anida en óvulos fecundados por distintos espermatozoides. Una sensación particular que podemos vivenciar con certeza, como si fuera única y efímera.
Tal vez se exprese mejor en el verbo de Eduardo Galeano, “El amor no es repetición. Cada acto de amor es un ciclo en sí mismo, una órbita cerrada en su propio ritual”.
Por consiguiente, el amor es una capacidad psicológica que habita en dos, constituye una función relacional del ser humano, que lo empuja a una unión, muchas veces circunstancial con otro ser, que lo condiciona muchas veces a una simbiosis, casi siempre temporal, pero que cuando puede, tal vez, acabarse, queda la complicidad, la fraternidad y la belleza.
Es así, de forma tal que, para poder vivenciar el amor, es absolutamente necesaria la introspección. Solamente cuando llego a conocer la génesis de mi yo mismo, el conocimiento y “mi” verdad, tal vez y sólo tal vez, aprecie mis carencias y así, en algún momento perciba que para llenarlas o suplirlas las puedo encontrar en otro, no en cualquier otro, sino en ese otro que me puede complementar, aunque sea temporalmente, por un tiempo indefinido, con uno o con muchos otros/as.
“Tu visión se volverá más clara, sólo cuando puedas ver dentro de tu corazón”. Carl G. Jung.
He encontrado una de las explicaciones de orden metafísico que más se aproxima al concepto de amor y aunque se aleja de los principios científicos, podría encajar en la psicología profunda, esta fue expresada por Jiddu Krishnamurti, quien nos conduce a averiguar por nosotros mismos, por el análisis introspectivo, pero alejado de cualquier pensamiento racional aquello que corresponde a la esfera de la emocionalidad:
“Acerca del amor no se puede pensar; el amor no puede ser cultivado ni practicado. La práctica del amor, la práctica de la fraternidad sigue estando en el ámbito de la mente, y por lo tanto no es amor. Cuando todo eso ha cesado, entonces surge el amor, entonces conoceréis qué es amar. Por consiguiente, el amor no es cuantitativo sino cualitativo.
Estar lleno de emoción no es amor, evidentemente, porque una persona sentimental puede ser cruel cuando sus sentimientos no se ven correspondidos, cuando no tienen salida. Una persona emotiva puede ser incitada a odiar, lanzada a la guerra, a la matanza. Y el hombre que es sentimental, lleno de lágrimas con motivo de su religión, carece ciertamente de amor.
¿El perdón es amor?: quien es importante soy yo, no la persona que, según se supone, me ha insultado. De suerte que, cuando yo acumulo resentimiento y luego niego ese resentimiento, lo cual vosotros llamáis «perdón», ello no es amor.
¿El amor es acaso compasión?, ciertamente no, la compasión está dentro del ámbito de la mente racional.
Es obvio que no hay amor cuando no hay verdadero respeto.
La mayoría de los seres humanos, carecemos de amor. No somos respetuosos, ni compasivos, ni generosos. Somos posesivos, llenos de sentimientos y emociones que pueden ser dirigidos en uno de estos sentidos, incluso matar, o hacer causa común con otros para algún fin disparatado, fruto de la ignorancia. ¿Cómo pues, puede haber amor?”
El pensamiento filosófico deductivo de Krishnamurti mantiene una cercanía dogmática con algunas creencias o tradiciones de fe, pero no deja de estar alejado del raciocinio que abre las puertas a la lógica y puede abrir las puertas al mundo de los sentimientos.
Parafraseando a Nietzsche: “el amor está más allá del bien y del mal”
El sentimentalismo, la emotividad, son una mera forma de la autoexpansión. Estar lleno de emoción no es amor, evidentemente, porque una persona sentimental puede ser cruel cuando sus sentimientos no se ven correspondidos, cuando no tienen salida.
Pero, en cualquier caso, aún si dejamos de observar el pensamiento de Krishnamurti, no se puede amar sin respetar, conectar, empatizar, con el empleo de la sinceridad y al mismo tiempo, sentirse completamente libre junto al otro.
Baruch Spinoza: “Amar es ser capaz de salir de uno mismo, aunque para encontrar esa alegría, a través del otro”.
Es frecuente otorgar al amor, la capacidad de vincularse para vivir la experiencia de la vida, pero ello puede estar muy alejado del amor y cercano a la posesividad. De los sentimientos de posesividad, provienen los celos, el temor y la objetividad, que de algún modo nos muestra un cierto grado de egoísmo narcisista, de manipular para poseer o poseerlos/las y así sentirme más fuerte, tal vez, equivocadamente, con ello me explico quién soy o cuan mejor soy. El narcisista sólo se ama así mismo, le resulta difícil amar de verdad, incluso ser amigo, él casi siempre manipula en su conveniencia.
Pero no hace falta tener una personalidad con tales rasgos, simplemente con estar imbuido de los preceptos, normas y usos de la sociedad en la que las personas se desarrollan moldeadas por el medio, aprenden la necesidad de buscar a otro para mantener una convivencia relacional, cubrir sus necesidades y amoldarse por conveniencia o en el mejor de los casos por resiliencia.
Por regla general en la gran mayoría de las comunidades de hoy, las personas se relacionan para establecer un vínculo amoroso a través de unión temporal y buscando en la mayoría de los casos una relación estable y duradera, eligiendo la monogamia, que se constituye en la forma más habitual de vinculación y convivencia desde hace miles de años. Sin embargo, la mayoría de los científicos afirman que la monogamia no es la forma natural de relación entre hombres y mujeres, aunque hay que decir que la poligamia, solo es practicada por una minoría en el mundo, especialmente la poliginia, común en las sociedades que hacen del islam la norma fundamental de la vida, o entre sectores de población practicantes del hinduismo, es decir, se permite al hombre casarse con más de una mujer. En cambio, son muchas menos las comunidades donde se práctica la poliandria, donde una mujer puede tener varios maridos y que se puede ver en algunos segmentos de población o agrupaciones tribales de la India, Nepal o Nigeria (4).
La historia nos recuerda los 152 hijos que se le atribuyen aRamsés II que, aunque parezcan muchos, teniendo en cuenta que tuvo esposas reales, esposas secundarias y concubinas, quizá no fuera tan extraño o en el México azteca, Nezahualcóyotl es recordado como padre de 57 hijas y 60 hijos, y la lista sigue.
Y como el movimiento planetario de traslación alrededor del sol, todo vuelve y desde el siglo XX se comenzó a hablar del poliamor, con el advenimiento del hipismo y su proposición del llamado amor libre. El concepto por tanto no es algo nuevo, ni acuñado por la generación milenial; ejemplo de ello son relaciones como la de los escritores Simone de BeauvoiryJean-Paul Sartre, o el destructivo amor entre los pintores Diego Rivera yFrida Kahlo. Muchos de sus seguidores se amparan en el hecho de que la monogamia es antinatural y algo que se nos ha impuesto socialmente (5). Pero la realidad en el mundo actual y sobre todo en occidente, es que la convivencia se presenta en forma de monogamia, ya sea con un vínculo de manera formal o informal. Ésta no es una disposición innata, como venimos desarrollando, ya que la historia, la antropología y la sociología, desde tiempo remotos hasta la actualidad nos habla de distintas formas de organización sexual del hombre.
La monogamia es un tipo de vínculo, en la mayoría de las sociedades actuales, que contempla la unión de dos individuos a través de un vínculo sexual y amoroso exclusivo, único y singular (6). Recordemos no es la biología sino laculturala que determina nuestrasconductas.
“Hay quien ha venido al mundo para amar a una sola mujer y, consecuentemente, no es probable que tropiece con ella”: José Ortega y Gasset
CONVIVENCIA Vs AMOR
Las personas solemos vincularnos para establecer una convivencia acorde a nuestra manera de vivir, por consiguiente, la correspondencia de creencias entre dos personas, la coincidencia en la manera de pensar, en su ideología, es decir en el paquete de ideas que cada uno tiene o en sus hábitos y costumbres, son los factores más destacables que influyen en la convergencia de esas dos personas para llevar a cabo una convivencia estable. La convivencia como arte de hacer que se encuentren bien el uno con el otro.
En ello intervienen las aficiones, los gustos, los hobbies, los usos sociales y sin lugar a duda el conocimiento. Por tanto, aquellos que se encuentran y coinciden en su gran mayoría con estos parámetros suelen intentar compartir sus vidas y poco a poco el aprendizaje, la socialización o la influencia del uno sobre el otro, van limando las diferencias y hacen converger un buen número de similitudes y es de ello de lo que dependerá si puede existir una buena convivencia monogámica y si esta puede llegar a ser duradera en el tiempo.
Si en los comienzos, al menos, existe una atracción sexual complementaria, el plato está servido, todo indicará que esa unión es viable; ¿pero acaso esto es amor?, ¿acaso también hay amor? o ¿es que el amor y la convivencia no siempre tienen por qué coincidir? La forma de unión que elijamos o nos hayan hecho elegir es independiente del significado de convivencia y del sentimiento que alberguemos.
Aquellos que consiguen una buena convivencia pero que podría concluirse que no existe el amor; tal vez cariño si, ese cariño que se deriva de la amistad y de la propia convivencia; suelen constituir unidades estables y duraderas enmarcadas con un grado de satisfacción o felicidad, suficiente o significativo. Por el contrario, allí donde se ha hecho presente el amor, pero no se ha conseguido una buena convivencia, el nivel de insatisfacción, incluso de sufrimiento, suele ser alto y la unión resulta en ocasiones poco estable y duradera.
Sentirse solo, incluso a veces con cierto nivel de vacío y que nos lleva a buscar por tanto compañía, es legítimamente racional buscar una afectividad compartida. O tal vez encontrar una zona de confort o comodidad operativa que al final puede dejar como daño, que al sufrirlo o sentirlo con vigor emocional, creemos que es una forma de amor. Una manera de afrontar el daño, de neutralizar las consecuencias negativas, es alcanzar un alto grado de satisfacción en la convivencia.
Los que están o se sienten solos, escondidos en su propio yo, son propensos a la celotipia, hallan placer en la dominación y se ofrecen como un blanco fácilmente manipulable, y lo justifican como una cierta forma de amar.
Otros en cambio esconden su incapacidad de amar, en el compartir acciones, proyectos en común o con obligaciones sociales o profesionales. En esta tipología y dentro de los proyectos comunes, suelen destacar el cuidado y la educación de los hijos o las obligaciones para con otros familiares cercanos. Esta fórmula, casi siempre constituye una forma insana de convivencia, pero que suele asumirse como justificable.
Erich Fromm: “el amor maduro o productivo es aquel en el que dos, se vuelven uno, sin dejar de lado su individualidad y libertad”.
¿AMOR O CARIÑO?
Reflexionemos entonces, en ocasiones el cariño se asimila al concepto de amor, sin embargo, el cariño es un sentimiento abierto y general, que parte de la persona como el deseo, a veces intenso, a veces genérico de tener, de cubrir sus necesidades derivadas a su vez de sus necesidades emocionales, propias de cualquier ser humano.
El propio verbo de «querer» ya implica el deseo de poseer algo o a alguien y, por tanto, tiene una connotación más personal. Toda persona tiene necesidades afectivas o emocionales que deben de ser cubiertas para sentirse en equilibrio, incluso me atrevería decir, para sentirse sano.
En El Principito de Antoine de Saint-Exupéry se parte de la idea de que todos (o casi todos) tenemos un propósito firme e intangible en nuestra vida: amar a alguien con todas nuestras fuerzas. Pensamos en esto y lo deseamos fervientemente por el simple hecho de que pensamos que la consecución de estos objetivos nos encamina a la felicidad.
Pero el cariño podemos encontrarlo también en la amistad, en las relaciones fraternales, por supuesto en los vínculos filiales o familiares, en el compañerismo que sin llegar a constituir una amistad o relación más intensa constituye solo el hecho de establecer una relación que involucra compartir objetivos, trabajos, estudios o simplemente algún tipo de vecindad que implica un propósito se fomenta una relación cercana en la que sin duda se desarrolla un cariño, un aprecio continuado.
Sin duda también en el amor existe cariño, esa inclinación de afecto que se siente hacia una persona, un amigo, un familiar, un hijo; y también hacia un animal, aquella mascota que nos acompaña día a día; o también por alguna cosa u objeto.
Ovidio: “Ofrecer amistad al que pide amor, es como dar pan al que muere de sed”
Cuando el amor, da paso al cariño y al compromiso con el otro, se da paso a una unión cuya meta es la búsqueda de la felicidad y la preocupación sobre el otro.
Notas:
1.The neurobiology of love. 2007 May 8. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/17531984/
2. Fisher define un segundo momento en el proceso de enamoramiento desde el punto de vista neurobiológico: la atracción, donde entra en juego la dopamina. En el año 2000, un estudio de Arthur Aron (de la Universidad Stony Brookde Nueva York) reveló mediante escáneres que las personas que se encuentran en esta fase inicial del enamoramiento tienen una intensa actividad en el área ventral tegmental, una especie de «fábrica» de dopamina.
3. GUSTAVO DESSAL PSICOANALISTA
4. Los antropólogos Katherine E. Starkweather, de la Universidad de Missouri, y Raymond Hames, de la Universidad de Nebraska, publicaron en la revista ‘Human Nature’ una investigación en la que identifican 53 grupos humanos poliédricos. «Demostramos que, aunque la poliandria es rara, no es tan extraña como se cree comúnmente, se encuentra en todo el mundo y especialmente en las sociedades con estructuras sociales
5. https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2019-04-13/historia-poliandria-mujeres-varios-maridos_1934078/
6. https://concepto.de/monogamia/#ixzz6ffpS1eEr