La Retirada: Éxodo y exilio de los republicanos españoles
Laurence Garcia (relato), Josep y Georges Bartoli (dibujos y fotografías)
Editorial El Mono Libre, 2020
Ahora revive en una edición actualizada y en nuestra lengua -al fin- uno de los libros de referencia sobre el exilio español en Francia: “La Retirada”. Nos encontramos con una meritoria iniciativa editorial que hace justicia en nuestro país al medio millón de exiliados republicanos que tuvieron que irse con lo puesto para huir de las garras depredadoras del franquismo al final de nuestra Guerra Civil. «En el flujo de vencidos que pasan la frontera, un combatiente, un dibujante, Josep Bartoli», nos cuenta su sobrino, Georges Bartoli, coautor junto a la periodista Laurence Garcia de la epopeya de este soberbio ilustrador que tuvo una vida casi cinematográfica. El libro incluye el cuaderno de dibujo que Josep hizo a escondidas en el campo de concentración de Barcarès y que enterró en la arena para poderlo recuperar después. Una historia parecida a la de Francisco Boix, el fotógrafo de Mauthausen.
De este modo el lápiz fue su arma para luchar contra la barbarie y la incomprensión. «Su lápiz era, en cierto modo, el fusil que le habían confiscado», apunta Georges Bartolí. Las fotografías en rabioso blanco y negro de este fotoperiodista que ha trabajado para L’Humanité, Liberation o Le Monde, completan el libro con un viaje actual a los lugares de aquella penosa peregrinación. Hay que recordar que nuestros refugiados, en su particular “anábasis”, buscando el mar de la libertad se dieron de bruces con las cárceles de arena que el Gobierno francés construyó para ellos. En los campos de concentración de la Cataluña francesa —Bram, Argelès-sur-Mer, Barcarès, Saint-Cyprien, Agde, Rivesaltes,…— tras el sueño de la Santísima Trinidad republicana (Liberté, Igualité, Fraternité) se despertaron, al otro lado de los Pirineos, con la pesadilla de su segunda gran decepción: la brutalidad de los gendarmes y su violencia dentro de las alambradas de espino. Como antes se decía la vida de Josep es digna de una película: desde su aprendizaje con Salvador Alarma, el padre de la escenografía catalana en su Barcelona natal, hasta su participación ya en Nueva York, donde murió, en el grupo “10th Street”, junto con los abstractos Willem de Kooning, Franz Kline, Jackson Pollock y Mark Rothko. Entre ambos mojones sus andanzas le llevan desde su afiliación al Sindicato de Dibujantes Profesionales de Cataluña que dirige el genial Helios Gómez antes de la guerra hasta su llegada vía Casablanca (otra referencia cinéfila) a México donde entrará en el entorno de los artistas Diego Rivera y Frida Kahlo de la que se convirtió en amante.
Su paso por París, y su trabajo en los espectáculos del Folies-Bergère y del Moulin Rouge, su reclusión en el campo de la muerte de Dachau del que consiguió evadirse, su trabajo como decorador en los estudios de Hollywood o su labor como ilustrador en la revista antifranquista Ibérica, que dirigía Victoria Kent en Nueva York son solo algunas instantáneas de esa vida azarosa que le tocó vivir. Por ello sorprende su absoluto desconocimiento para el gran público y los aficionados al arte. Es más, el propio Bonet Correa le ignoró en su imprescindible “Diccionario de las vanguardias en España, 1907-1936” (2007). Cierto es que actualmente casi la totalidad de sus dibujos originales, algo más de un centenar, están en el Archivo Histórico de Barcelona y no han tenido una gran difusión. Pero la obra de Bartoli, como la de Luis Quintanilla, Martí Bas, o Francisco Perramon por citar unos pocos ejemplos, que arranca y se emparenta con la rica tradición de “Los desastres de la guerra” de Goya no solo es esencial para entender nuestro pasado reciente sino que es clave para contextualizar nada más y nada menos que una obra capital como “El Guernica” de Picasso. “La Retirada”, editado impecablemente, nos invita a sumergirnos en ese círculo dantesco que como un carrusel siniestro de hambre, miedo y desolación sufrió Bartoli con medio millón de compatriotas. Sin embargo, contra el silencio cómplice, alzó su escalpelo y con mano maestra supo diseccionarlo para pregonarlo a los cuatro costados. Se preguntaba Adorno si era posible escribir poesía después de Auschwitz. Josep Bartolí y sus dibujos no solo despejan esa duda sino que definitivamente nos reconcilian con el género humano.
En suma, una labor encomiable de la editorial El Mono Libre que ha conseguido saldar una deuda para con el público lector de nuestro país rescatando la edición francesa del año 2009 y de la que sorprendentemente no disponíamos hasta ahora de una edición española. Un indispensable “rabo de pasa”, pues, que viene a paliar ese alzhéimer histórico que nos sigue aquejando con pertinaz virulencia.