Sala de Arte Santander presenta su Colección Banco Santander
Ciudad Grupo Santander. Boadilla del Monte. Madrid. De L a J 10 a 17h, V de 10 a 15. Fines de semana y festivos cerrado. Hasta finales de diciembre de 2017. Entrada gratuita.
Un mar de olivos nos da la bienvenida antes de acceder al impresionante centro de recepción del visitante, conocido popularmente como ‘El faro’, lugar donde se recoge la acreditación para la visita, previa presentación del DNI. A bordo de un minibús, llegamos al edificio Pereda, que alberga la Sala de Arte Fundación Banco Santander.
A partir de ahí disfrutaremos de un magnífico paseo por la historia del arte prácticamente en soledad, arropados, sin embargo, por cerca de doscientas obras pertenecientes a su colección privada, que abarca desde el siglo XVI hasta nuestros días.
Los fondos de la Fundación reúnen composiciones de grandes maestros como Sánchez Coello, Tintoretto, El Greco, Van Dyck, Rubens, Zurbarán, Ramón Casas, Rusiñol, Mir, Sorolla, Manuel Benedito, Anglada Camarasa, Benjamín Palencia, Tapies, Picasso, Eduardo Arroyo, Miquel Barceló, Manolo Valdés y Millares, por citar algunos.
Una alegoría, ‘La exaltación de la artes’ tapiz de (1660), se muestra frente a nosotros a modo de anticipo. La colección de tapices del Banco Santander se distingue porque presenta paños poco frecuentes en museos y colecciones españolas. Los exhibidos aquí conservan una estética muy diferente entre sí, dan testimonio del gusto español por la tapicería.
Entre las creaciones pictóricas más antiguas de la colección, que datan del s. XVI, destacan los retratos de ‘Doña Juana de Mendoza, duquesa de Béjar, con enano’ (1585) de Sánchez Coello, obra de reciente adquisición. ‘Hombre sentado con barba roja’ (1555-1565) de Pierre Pourbus y ‘Joven de veinticinco años con pelliza'(1550-1560) de Tintoretto.
Todos ellos, de una sobriedad rigurosa, transmiten a la perfección los rasgos físicos de los retratados y su posición social.
De la pintura del s. XVII representada en la colección, sobresalen las majestuosas imágenes de ‘D. Diego de Mexía, marqués de Leganés’ (1634) y ‘El obispo Jan Van Malderen’ (1628-1631) ambos de Van Dyck.
De Rubens, sostenemos la mirada penetrante, y el aire informal que imprimió al magnífico ‘Michel Ophovius’ (1635), retrato del obispo que fuera su amigo.
Los bodegones, gozan de una significativa representación. En ellos, los artistas parten de la observación directa y convierten la naturaleza en protagonista de sus cuadros. Llama la atención ‘Bodegón con sirvienta’ (1668) de Paul de Vos. Obra propia del género de naturaleza muerta en convivencia con animales vivos disputándose alguna pieza. En él todo es abundancia, liebres, pájaros, pavos reales, cabezas de jabalíes, cisnes, mariscos, frutas y verduras, componen el gran lienzo.
‘Virgen niña dormida’ (1630-1635), de Zurbarán, uno de los grandes del siglo de Oro español, luce espléndida tras la restauración de la que fue objeto en 2002.
Sin duda, la obra más destacada y representativa de la pintura del s .XVIII, que podemos ver en la exposición, es el retrato ‘Don Carlos de Borbón III, rey de las Dos Sicilias’ (1745), pintado por Giuseppe Bonito. Ricamente vestido con una casaca bordada en oro, sobre su pecho cuelga la insignia del Toisón. Todos los retratos de Bonito, presentan un interés por individualizar al modelo acentuando la intensidad expresiva en su mirada y la caracterización psicológica. Esta es una magnífica obra de este autor cuyas cualidades para el retrato fueron reconocidas oficialmente cuando en 1751 fue nombrado pintor de cámara del rey.
La muestra, se enriquece de un modo extraordinario con valiosos trabajos que comprenden el siglo XIX, hasta las primeras vanguardias del XX.
Sobresalen Genaro Pérez Villaamil y Antonio María Esquivel como representantes del romanticismo español o los impulsores del modernismo catalán, Ramón Casas con un par de retratos o de Santiago Rusiñol ‘Dona darrera persiana’ (1890), ‘Barcos en el Sena’ (1894), ‘El claustro de Sant Benet de Bages’ (1907) y ‘Paseo de plátanos’ (1916). Las piezas de este último, evidencian su evolución pictórica y ruptura con el pasado inmediato a través de una temática naturalista y del contacto con el París de fin de siglo.
También encontramos buenos ejemplos en la generación posterior. De Isidre Nonell se disfrutan ‘Cantante de Cabaret’ (1897-1898) o Joaquim Mir. ‘Laderas de Montjüic’ (1896-1897) ‘Primavera’ (1910), ‘El gran árbol de Calobra’ (1903), ‘El huerto de los niños del coro de Monserrat’ (1931), ‘Aguas rojas’ (1921), en los cuales logran crear un arte nuevo de sorprendente fuerza creativa.
Joaquín Sorolla nos deleita con obras maravillosas. ‘Niños buscando mariscos’ (1919), uno de sus últimos trabajos, es una demostración más del luminismo tan característico de su paleta. La obra, plena de matices cromáticos, recoge de forma magistral ese instante con la luz eterna y mágica del Mediterráneo.
Del mismo autor, ‘Baile en el Café Novedades de Sevilla’ (1914). En el local adornado con farolillos de alegres colores, las bailaoras divierten con su espectáculo a un público masculino en su mayoría. Engalanadas con vistosos trajes bailan y tocan palmas, capturadas, en pleno baile, imposible posar así, como si de una fotografía se tratara, las artistas y alguna palmera ‘miran a cámara’.
‘Retrato de Agustín Otermín ‘(1892). Aquí, Sorolla retrata al que fuera discípulo suyo, pintor asturiano y artista notable. El retratado, aparece en su taller preparando la paleta sin mirar al espectador, a diferencia de los retratos convencionales, mucho más formales. Con acentuado realismo y en formato horizontal de modo que representa no sólo el personaje sino el ambiente.
De Manuel Benedito, también discípulo de Sorolla, disfrutamos la representación de cuerpo entero de la impresionante bailarina ‘Cléo de Meróde’ (1910). La imagen irradia serenidad y sencillez, rota ésta última por una interminable estola de piel que rodea la espalda de la modelo y desciende hasta el suelo.
La escultura ocupa su lugar en este espacio con el delicado trabajo del siglo XVII ‘Cristo flagelado’ (1616). Talla de Gregorio Fernández, en madera policromada.
Además cuenta con importantes piezas realizadas por escultores contemporáneos, como Eduardo Chillida, Alberto Sánchez, Martín Chirino, Cristina Iglesias y Susana Solano. De renombre internacional sirva de ejemplo la escultura del artista de origen indio Anish Kapoor. Formada por dos bloques de piedra caliza negra cuidadosamente pulida, tersa y brillante en su interior en su interior, en contraste con su exterior apenas alisada. Si caminamos entre ambos bloques, encontraremos una forma de interaccionar con la obra.
En otra parte, quince grandes lienzos creados por Josep María Sert gozan de una disposición privilegiada de forma permanente en la sala. Elaborados gracias a un encargo privado, para la decoración del comedor del Hotel Waldorf Astoria de Nueva York. Los paneles, de enormes dimensiones, representan escenas inspiradas en los capítulos del Quijote, en donde se narran las bodas de Camacho. Sert quiso que su obra fuera espectacular y sugerente. Se observan por un lado, influencias de Tiépolo y Rubens al convertir los paneles en gigantescas escenografías con escenas llenas de movimiento. Por otro de Goya y Anglada Camarasa en cuanto a la elección de temática popular.
La Colección conserva uno de los conjuntos más importantes del pintor madrileño José Gutiérrez Solana. Con una singular forma de crear que define su estilo tan personal alejado del academicismo y el mundo de las vanguardias.
La Colección Banco Santander, es una de las mejores y más completas colecciones privadas de nuestro país. Creada gracias a una intensa labor de coleccionismo desarrollada a lo largo de más de ciento cincuenta años, cuenta con obras emblemáticas de indiscutible belleza y calidad.
Conocer esta sala de arte, es sin duda toda una experiencia desde la llegada al complejo hasta el final. Vengan a descubrir por qué.