Fotos: Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Ateneo de Madrid y Musée de Gap. Francia
Alejandrina Anselma Gessler Shaw (Cádiz, 1831 – París, 1907) era su nombre de soltera hasta su matrimonio con el Sr. Lacroix en el que, formalmente, paso a llamarse Alejandrina Anselma Gessler y Lacroix, más conocida en los ambientes artísticos con el pseudónimo de Madame Anselma, su segundo nombre. Fue, sin duda, una persona singular en el Ateneo donde fue nombrada primera socia de mérito porque entonces no había socias de número femeninas.
Fue hija de Alejandro Gessler, cónsul en Cádiz del Zar de todas las Rusias y de Aurora Shaw de Murphy, malagueña que descendía de una familia de comerciantes escoceses por línea paterna y de irlandeses afincados en Cádiz por línea materna. Madame Anselma fue una pintora española que con motivo de su matrimonio con Charles Lacroix, vicecónsul de Francia en Cádiz, destacado dirigente del partido bonapartista se fue a vivir a Paris (1853) donde pasó la mayor parte de su vida.
Se desconoce qué formación ni con qué pintores la adquirió en su etapa de soltera, pero ya en París consta que se formó en el taller de Charles Joshua Chaplin un pintor de clara inspiración rococó en cuyo estudio dio clases a mujeres, entre otras también a la estadounidense Mary Cassat (1844-1926) que, amiga de Degas, se incorporaría al movimiento impresionista, era muy amiga de Degas, y pintó sobre todo, imágenes representando la vida social y privada de las mujeres, con especial énfasis en los lazos entre ellas y sus hijos.
Entre las alumnas de Chaplin se encuentran también la inglesa Louise Jopling (1843-1933) y la francesa Eva Gonzalès (1849-1883), hija del escritor español naturalizado francés, Enmanuel González, novelista, dramaturgo, y redactor del periódico Le Siècle y fundador de La Revue de France y de Marie Céline Ragout, reputada música de origen belga. Esta pintora evolucionaría hacia el movimiento impresionista influenciada por Degás. Las obras de Chaplin, han superado el paso del tiempo, como las de Madame Anselma. Ambas tienen el mismo estilo de delicadeza, como se puede contemplar en el Ateneo y hoy la pintura de ambos es tan popular como lo fuera entonces, que es lo que pasa con la pintura de calidad; resiste el paso del tiempo o aún mejora.
Volviendo a Madame Anselma ella también estudió con Jean-Leon Geroee, cuyas obras son de tema histórico, mitológico, orientalista, y con Baunat y Lefevre, un pintor academicista, famoso por sus desnudos femeninos. Ambos maestros impartían clases en la Academia Libre. Tras esta formación clasicista Madame Anselma empieza a desarrollar su propia personalidad en la que se aprecia una evolución que acredita una soltura técnica que revela su gran dominio del oficio al que, sin duda, no es ajeno el entrenamiento habido como copista de los cuadros de grandes pintores.
Sus primeras obras tenían una gran influencia realista y entre ellas destaca la Aldeana de Gaussan, (1862) y la representación de campesinas y escenas sociales que representan la vida rural francesa. Llegó a ser una pintora con una excelente reputación por parte de los críticos y con mucho éxito también en el ámbito privado donde se encuentran la mayor parte de sus cuadros. Por su obra La adoración de la cruz en Jueves Santo (1869) recibiría su primera medalla en la Exposición Provincial de Bellas Artes de Cádiz (1878) a donde se había trasladado con motivo de la guerra franco-prusiana residiendo también en Madrid.
A su regreso a Cádiz entró en contacto con la pintura costumbrista andaluza, mientras que en Madrid se relacionó con Federico de Madrazo, a la sazón Director del Museo del Prado, con el que mantuvo una relación amistosa y de aprecio profesional. Fue en esa época donde tuvo una tendencia orientalista que se pone de manifiesto con motivo de su viaje a Tánger al que se debe su cuadro La fiesta del natalicio en Tánger o El harén (1872-1880) que puede verse en la Real Academia de San Fernando de Madrid.
Al terminar la guerra en 1872 regresa a París, donde pinta muchos cuadros para instituciones públicas pero también para personas privadas, incluidos muchos retratos. En 1885 presentó en el Salón de París su obra más alabada, una representación de la diosa Juno un desnudo que llamó poderosamente la atención por su calidad pero también por su autoría femenina. Este cuadro lo donó al Ateneo de Madrid donde se puede contemplar en la sala denominada ‘La Cacharreria’.
A sus problemas de salud, a partir de 1898 se sumó el fallecimiento de su marido en 1895, del que también hizo un cuadro de cuerpo entero. Tras su fallecimiento prácticamente dejó de pintar. No obstante aún presentará algunas obras en la Exposition des Femmes Peintres et Sculpteurs de 1901. Ese mismo año inicia una actividad literaria brevísima con la publicación de un libro autobiográfico titulado Recuerdos de Cádiz y Puerto Real (1841-1859) bajo el seudónimo de ‘Fulana de tal’ que resulta de gran interés sociológico. Este libro tiene una estructura de relato de viajes dividida en siete capítulos en los que explica las costumbres y tradiciones de la vida en esas ciudades en la segunda mitad del siglo XIX lo cual tiene un alto valor sociológico. Terminó de escribirlo en París 1898; lo publicaría un año más tarde (Librería de los Hermanos Garnier). Madame Anselma fallecería en París ocho años después, en 1907.
En su faceta artística, Alejandrina tomó como seudónimos dos nombres: ‘Anselma’, que era su segundo nombre, como pintora y ‘Fulana De Tal’ como escritora. Su carrera profesional como pintora en París tuvo su mayor auge entre 1864 y 1885, periodo en el que participará en los Salones de París, aunque también debemos destacar los encargos que recibió por parte de instituciones españolas, entre ellas una relación continua con el Ateneo de Madrid y la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y el Museo del Prado.
En la pinacoteca de la Academia de Bellas Artes de San Fernando se encuentra un retrato de Madame Anselma debido a su amiga Henriette Browne, pseudónimo de Sophie de Boutellier, que fue una pintora muy orientalista de la que se puede destacar que en sus pinturas de harenes les da un tono más doméstico que sexual, como era costumbre en aquella época por parte de los pintores orientalistas varones.
Es famoso un retrato de Algernon Percy, décimo Conde de Northumberland con su esposa y su hija, que reproduce la obra de van Dyck en el siglo XVII; fue un encargo como el del Ministère de l’Instruction Publique, des Cultes et des Beaux Arts francés, para formar parte de la colección del Musée des Copies creado en 1871.
Madame Anselma durante su estancia en Madrid había llevado a cabo una intensa labor de copista de los principales cuadros del Museo como las Hilanderas y la rendición de Breda. En los temas de sus obras originales predominan los temas de realismo social y costumbrista; también tuvo una vertiente orientalista ya comentada más arriba; asimismo son numeroso los retratos y desnudos que causaron un inmenso impacto en aquella sociedad tan pacata y reprimida y poco acostumbrada a que las mujeres hicieran desnudos de mujeres.
Entre sus muchos reconocimientos públicos están los de haber sido nombrada Académica Honoraria Correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, que por aquella fecha, siendo presidente Cánovas del Castillo, no admitía como miembros ordinarios a los varones y, por igual razón socia de mérito en el Ateneo de Madrid donde, además del retrato de Juno, ya comentado, llevó a cabo la decoración del techo de ‘La Cacharrería’. Este inmenso regalo es fruto de la petición de su primo Guillermo Morphy, conde de Morphy, crítico, musicólogo, historiador, pedagogo y compositor español que era entonces presidente de la Sección de Bellas Artes del Ateneo. El Conde Morphy fue también protector de muchos músicos de su época, entre ellos Tomás Bretón, Pablo Casals e Isaac Albéniz; a éste último le abrió las puertas de la Corte y le facilitó los trámites para ser pensionado y continuar con su formación en el Conservatorio Real de Bruselas.
La decoración llevada a cabo por Madame Anselma en ‘La Cacharrería’ representa a la Elocuencia abrigada bajo la bandera española la Paz y las Bellas Artes y la Alegoría de la Poesía y de la Música. Con este regalo Madame Anselma acreditó su capacidad de hacer también obras de gran formato.
El Ateneo posee una excelente pinacoteca que constituye quizá la mejor colección privada de retratos de personas ligadas a la historia de España, la mayoría de sus Presidentes y también algunos ateneístas ilustres, expuestos en su Galería de Retratos pero también en su Salón de Actos, pero son sin duda los cuadros de Mélida, que decoran el Salón de Actos y los de Madame Anselma que decoran ‘La Cacharrería’ las obras más sorprendentes delas que constituyen su colección. En ambos casos son donaciones al Ateneo que ponen de manifiesto la gran calidad de sus socios, en este caso en el ámbito de las Bellas Artes, como lo fue en otro caso en la celebración de primeros conciertos u obras dramáticas en el Ateneo, pero también su generosidad hacía el Ateneo en la que todos competían con gracia y lealtad.